El "modelo" y el empleo en Argentina, ¿un ejemplo?

El próximo martes 12 de Julio se realizará en Buenos Aires un encuentro entre los ministerios de trabajo de Argentina y Francia en el marco de los debates que genera el G20 bajo la presidencia francesa. Hace un mes se realizó en la capital argentina un seminario sobre los precios de las materas primas, para abundar en el debate del G20. Ahora el tema es el empleo y los ingresos de los trabajadores y aparentemente nuestro país quiere colocar como ejemplo lo realizado en la Argentina para enfrentar la crisis a escala mundial. La idea es colocar a la Argentina como ejemplo.
Debatiendo sobre el tema, un colega me acercó un pronunciamiento más que interesante de un economista del oficialismo que en el último tiempo aparece muy mencionado. Se trata de Axel Kicillof, funcionario de Aerolíneas Argentinas y mencionado para ocupar un lugar en el Directorio de Siderar. A fines del 2010, Kicillof señaló:
“El famoso “modelo” en su aspecto macroeconómico es, en lo fundamental, un cóctel de tipo de cambio alto y retenciones (…) lo fundamental es que el dólar caro generó una verdadera barrera de protección cambiaria que, sumada a los salarios deprimidos y a la capacidad ociosa existente, generaron un espacio de rentabilidad que dinamizó algunas producciones domésticas” (Axel Kicillof en Página 12, diciembre de 2010).
Lo que se dice es que en Argentina creció el empleo producto de la devaluación del peso, que siendo equivalente un peso a un dólar entre 1991 y 2001, a comienzos del 2002 se realizó una devaluación hasta llegar a los 4,14 pesos por dólar en la actualidad. Esa mayor cotización del dólar se constituyó en la “barrera de protección cambiaria, que sumada a los salarios deprimidos y a la capacidad ociosa existente, generaron un espacio de rentabilidad que dinamizó algunas producciones domésticas” tal como señala Kicillof.
La devaluación propició la protección de una parte importante del sector industrial, lo que explica el impacto en la generación de empleo. Entre 2002 y 2007 la tasa de empleo creció a niveles que no se registraban desde 1974, destacándose el sector industrial. Debe reconocerse que la protección sobre la industria es la disminución en dólares del costo salarial de un importante universo del sector industrial, que por sus pobres desempeños en materia tecnológica, compite contra productos importados con bajos salarios. Los sectores líderes del crecimiento industrial del periodo, automotriz y siderúrgico, no requieren de esa protección cambiaria, ni contribuyeron a la recuperación del empleo. Para el 2009, con mayor producción, el empleo en empresas automotrices era menor al registrado a mediados de los 90´. La explicación está en que se trata de una industria de enclave, con menor participación de producción de autopartes de la Argentina, tal como se evidencia en el conflicto de la empresa Paraná Metal de Villa Constitución, en la Provincia d Santa Fe.
El crecimiento del empleo en la Argentina está asociado a los sectores de baja productividad, que en la medida que se recuperaron los salarios, esos sectores comenzaron a estancarse. Por ello, el propio Ministerio de Economía señala que desde 2007[1] la industria dejó de ser el motor dinámico del crecimiento económico y la tasa de empleo se haya estancado.
Otro elemento del modelo destacado por Kicillof es la recaudación tributaria, especialmente las retenciones a las exportaciones. Las retenciones crecen con base al importante incremento de los precios de las materias primas, base principal de las exportaciones argentinas.
Esos ingresos compensan la gigantesca salida de capitales, por pago de intereses y capital de la deuda, como por remesas de utilidades al exterior de parte de las empresas extranjeras que dominan la economía en el país, según informa el propio INDEC en la Encuesta Nacional de Grandes Empresas, ENGE. Son recursos que favorecen el crecimiento de las Reservas Internacionales y contribuyen a sostener una política social compensatoria, similar a la que se aplica en casi todos los países de Sudamérica (Argentina destina el 0,20% del PBI para la AUH, contra un 0,33% de Bolivia para su Bono Juancito Pinto, un 0,39% de Colombia para su Familias en acción, o un 0,47% de Brasil para su Bolsa Familia).
La realidad del modelo argentino es la continuidad de la precariedad en el empleo de más de un tercio de los trabajadores y un ingreso salarial que solo compensa el crecimiento de precios en el sector de trabajadores formales, la minoría de la fuerza laboral en el país. El salario real actual apenas equipara los bajos ingresos del 2001 al momento de explosión de la crisis. La tasa de desempleo sigue siendo mayor que la que se presentaba a comienzos de los 90´ y todavía muy elevada respecto de las décadas anteriores, de los 80´ y 70´.
En definitiva, el modelo argentino no es ejemplo. Es común escuchar decir que Grecia debe seguir el ejemplo argentino, lo que supondría salirse de la Unión Europea y devaluar. A continuación debería esperar una suba gigantesca de  sus precios de exportación y ganar competitividad internacional a costa de los ingresos salariales de sus trabajadores. El mismo colega que me acercó la cita de Kicillof, me agregó que copiando Grecia a la Argentina, luego de salir del euro, devaluar su moneda, solo les quedaría rezar para que en el mercado mundial suban los precios de las aceitunas o del yogurt y así afrontar los enormes compromisos externos.
Argentina tiene que salir del G20 y discutir el modelo productivo y de desarrollo que sostiene cuantiosas ganancias para un núcleo concentrado de empresas, principalmente foráneas, y que mantiene a buena parte de los trabajadores bajo formas precarias de contratación. 

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