Entre la crisis mundial y las tensiones políticas: datos para una semana turbulenta


Transitamos una semana turbulenta, con muchos asuntos globales, regionales y locales para considerar.
En el plano global se mezclan la finalización de dos cónclaves gubernamentales que analizaron la crisis: el G20 en México y Río+20 en Brasil.
A nivel regional destaca el golpe institucional en Paraguay, con mucho olor a soja.
Localmente creció la tensión entre la CGT y el gobierno.
El mundo y su crisis
Del encuentro en México, más allá de declaraciones por el crecimiento de la economía y el empleo, lo real resultante es la recapitalización del FMI por 456.000 millones de dólares, sin aportes de EEUU y compromisos de contribuciones sorprendentes.
Entre otras, las de Europa con 200.000 millones de dólares, que confirma que el salvataje es a los bancos y empresas en problemas más que atender las necesidades de desempleados y empobrecidos por la crisis.
Más sorprendente aún resulta el apoyo de los países emergentes, donde China se anota con 43.000 millones; Brasil y México con 10.000 millones cada uno, e incluso Colombia con 1.500 millones. Imaginemos esos recursos aplicados soberanamente al desarrollo alternativo de nuestros países.
¿En qué piensan aquellos que imaginan un buen destino de esos cuantiosos recursos en manos del FMI? ¿Cuánto cuesta que emerja el Banco del Sur y con qué facilidad resurge el FMI desde la existencia del G20?
En Río+20 no puede disimularse el fracaso, aún con la colorida propuesta por una “economía verde”, que no es otra cosa que la mercantilización de la naturaleza.
Pintar de verde la mercantilización de la producción en curso no esconde los problemas económicos sociales y la crisis mundial del capitalismo contemporáneo, donde se verifica el crecimiento de la desigualdad, con millonarios más millonarios, en el mundo y en la región nuestramericana, según Informe de la Consultora Capgemini – RBC Wealth Management, y sin sorpresa, estos millonarios en dólares provienen del sector minero, agrícola y energético, es decir, del negocio de los recursos naturales, de la llamada “economía verde”.
No hay duda que la apuesta a la industrialización trasnacionalizada de la producción agraria y minera tiene entre sus beneficiarios a grandes corporaciones económicas que privilegian sus beneficios por encima de la calidad de vida de las poblaciones en que asientan sus inversiones; y aún hablando de “trabajos verdes” la apuesta es a la reducción de los ingresos de los trabajadores, ya que el salario es concebido como un costo que debe reducirse para enfrentar la crisis; y ni que hablar de la depredación de los recursos naturales.
El fracaso de Río+20 era un resultado esperado, más allá de la magnitud del cónclave con presencias prácticamente de todo el mundo. El problema es que el modelo productivo capitalista, aún en crisis, es contaminante, súper explotador, depredador y destructor.
Las cumbres populares desarrolladas en México y Brasil demandan un debate en la sociedad para modificar el modelo productivo y de desarrollo, pensando en soluciones alternativas.
En ese sentido sorprende el llamamiento de los movimientos campesinos que destacan la potencia de la producción alimentaria indígena, campesina y de agricultura familiar, contra la segmentación irracional de la industrialización que domina desde el paquete tecnológico inicial a la comercialización en grandes tiendas y supermercados, que achica la diversidad de la dieta y la riqueza proteica necesaria para una vida cotidiana.
Pero también destaca las convocatorias realizadas a investigar el delito económico cotidiano, especialmente con el movimiento de dinero y principalmente con la deuda pública, gran condicionante de nuestras economías, y por supuesto rechazar el accionar de los organismos internacionales y el salvataje de bancos que continúan acumulando grandes ganancias a costa del empobrecimiento de gran parte d ela población.
El Paraguay “verde” golpea
Es más, no puede entenderse el fenómeno del golpe institucional a Lugo, el Presidente paraguayo sin la dominación de la producción sojera que pinta de verde la agricultura de los países del Mercosur, la región productora y exportadora por excelencia de la oleaginosa y sus derivados.
Horas previas al golpe, en una potente denuncia, el periodista paraguayo Idilio Méndez anticipaba el “duro revés a la izquierda, a las organizaciones sociales y campesinas, acusadas por la oligarquía terrateniente de instigar a los campesinos; avance del agronegocio extractivista de manos de las transnacionales como Monsanto, mediante la persecución a los campesinos y el arrebato de sus tierras y, finalmente, la instalación de una cómoda platea para la los oligarcas y los partidos de derecha para su retorno triunfal en las elecciones de 2013 al Poder Ejecutivo.”[1]

Todavía no se había producido el golpe, pero había claridad sobre quienes había provocado la maniobra que terminó con la muerte de 18 personas, policías y campesinos, y que el poder endilgó a Lugo para destituirlo en pocas horas, poniendo en discusión la debilidad de las democracias en nuestra región.

Los campesinos ocupan tierras ante la creciente ocupación terrateniente, de paraguayos, y vecinos, especialmente brasileños (brasiguayos), todos sustentados en el paquete tecnológico de las transnacionales de la alimentación y la biotecnología con Monsanto a la cabeza. Es algo para pensar en el conjunto de los países del Mercosur.

Queda el interrogante si Paraguay se sumará a la experiencia de Honduras, que luego de fuertes declaraciones críticas de los gobiernos, el golpe institucional finalmente se abrió camino. El gran interrogante será la movilización popular que eludió el presidente destituido.

El cambio político en la región tiene el límite del poder económico, lo que supone una lección a considerar, que si no se afecta estructuralmente ese poder, enfrentándolo con otro poder (anti capitalista), para otra ecuación de beneficiarios y perjudicados, el sistema capitalista retoma la iniciativa y el rumbo de la acumulación.

No solo se trata de derechas, izquierdas o centro izquierdas, sino de orientación del rumbo económico; si afirmando las tendencias de la acumulación capitalista en curso más allá de la crisis mundial, o promoviendo rumbos alternativos al capitalismo.

Queda claro por la experiencia reciente que el poder económico no solo recurre a las armas en su iniciativa política, aunque tenga el apoyo de las crecientes bases militares en la región, la aplicación generalizada de leyes antiterroristas y otros mecanismos de intromisión e incidencia; pues con los medios de comunicación y las formas que asume la democracia representativa (poder ejecutivo, legislativo y judicial) mantiene la hegemonía del régimen del capital.

El conflicto es por la apropiación de la riqueza social

La discusión es por las riquezas. Es lo que se discute en la coyuntura de la Argentina. Es un debate sobre la riqueza y la pobreza.
Un reciente estudio de Flacso da cuenta que en la última década la tasa de ganancia es altamente superior a la de la década anterior, la del menemismo.[2]
El promedio de la tasa de ganancia durante el 2002-2010 alcanzó al 37,2%, mientras que entre 1993-2001 fue del 24,8%. En los últimos años se verifica un porcentual de ganancia mayor al 50% que en tiempos del menemismo.
¿Cómo se explica ello? En economía no hay magia, en todo caso la riqueza cambia de bolsillo. El documento lo explica con la disminución de los salarios y el incremento de la productividad.
Esa es la razón de la recurrencia en el debate sobre distribución del ingreso, porque aún bajando el desempleo del 22 al 7% en una década, no solo se está por encima de la media de los años previos, los 80´, y ni hablar de los 70´, sino que se trata de una recuperación del empleo sobre la base de ingresos disminuidos históricamente, y ganancias en alza.
La turbulencia de la semana, con opiniones políticas muy diversas, sobre quien juega el partido que pretende la derecha, el conflicto continuará ante la convocatoria a movilización de la CGT, con un tema sensible para el debate: el aporte de los trabajadores al financiamiento del Estado vía impuesto a las ganancias.
Tal como señalamos para el caso paraguayo, si no se afectan los intereses del poder económico, este retoma la iniciativa política para asegurar su utilidad, y con ella el modelo de acumulación.
Sea por las cumbres globales o la experiencia paraguaya, en la Argentina se abre paso la discusión sobre el modelo económico y el rumbo político, es decir, sobre el modelo productivo y de desarrollo, tanto como sobre el gobierno del capitalismo local, incluso, una perspectiva alternativa.
No es una cuestión de apoyo o crítica al gobierno, sino de la orientación de la política económica y la estructura de dominación que surge de allí, con el interrogante de si es posible consolidar un rumbo por transformaciones profundas, estructurales, contra la ganancia y por los ingresos populares.
Buenos Aires, 23 de junio de 2012


[1] Idilio Méndez; “Monsanto golpea en Paraguay: Los muertos de Curuguaty y el juicio político a Lugo”.
[2] Pablo Manzanelli, “La tasa de ganancia durante la posconvertibilidad. Un balance preliminar”, en: http://www.apuntesparaelcambio.com.ar/apc_n3.pdf

Resoluciones del G20 en Los Cabos, México


La principal decisión asumida en Los Cabos, México por el cónclave de los presidentes del G20 es la capitalización del FMI por 456.000 millones de dólares.
Como parte de ese monto, la zona del euro le aportará al organismo 200.000 millones, de los cuales, los españoles se comprometieron con 18.800 millones. Es sabido que Europa y el euro estuvieron en el centro de los debates, por la crisis y el ajuste que ella supone. Así y todo, los gobernantes de la eurozona transferirán nada menos que 200 mil millones de dólares al FMI…, para prestarle a los “países en problemas”. Suena increíble pero es verdad.
La crisis se manifiesta en crecimiento del desempleo, la marginación, el empobrecimiento, y dificultades de la población de menores ingresos; y la solución es acrecentar la capacidad de préstamos del FMI. Si hay un organismo responsable de la crisis en curso es precisamente el FMI.
Sorprende que países como Brasil e India, con inmensos bolsones de pobreza y atraso, cada uno aportará 10.000 millones de la moneda estadounidense al Fondo; igual que Rusia con una cifra similar. China, otro que concentra inmensa población empobrecida contribuirá con 43.000 millones; y Sudáfrica con 2.000 millones. Imaginemos esos fondos aplicados a políticas alternativas en beneficio de los más necesitados entre los pueblos de esos mismos países.
Todos ellos son los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), los “emergentes” que están de moda; los que se supone disputan la hegemonía mundial desde su lugar ascendente en la economía; que obviamente incluye el financiamiento de la crisis.
Alguna vez mencionamos que la categoría “emergente” supone una calificación funcional a las necesidades de inversión del capital global. Se es emergente ante la vista del inversor que busca niveles adecuados de rentabilidad. En la crisis “emergen” ciertos países, donde conviene invertir.
Son emergentes para los inversores. No es una calificación que destaca virtudes sobre las condiciones de vida de la población, sino que apuntan a virtudes requeridas por los capitales en búsqueda de ganancias, precisamente en momentos de crisis, donde el eje es la dificultad para valorizar a los capitales.
Otros emergentes también aportan, tal el caso de Corea del Sur, que aportará 15.000 millones de dólares; México lo hará con 10.000 millones; Turquía con 5.000 millones; y Colombia con 1.500 millones.
Por su parte, Japón se anotó con 60.000 millones, y EEUU se abstuvo de aportar en la ocasión, en un claro acto de transferencia de los costos de la crisis mundial al resto del mundo.
El G20 recapitaliza al FMI, tal como ya hizo en ocasiones anteriores, ahora con 456.000 millones de dólares. ¿Para qué? Para prestarle a los países endeudados (“países con problemas”), para que puedan cancelar sus deudas con los bancos y aportar al salvataje del sistema bancario en crisis.
La voz de los “20”, más allá de altisonantes declaraciones a favor del “crecimiento y del empleo”, volvieron a salvar a los bancos en problemas, y lo hicieron con recursos públicos.
El Estado salió nuevamente a resolver los problemas del capitalismo en crisis. ¿No era que había que evitar la participación del Estado en la Economía? ¿Dónde quedó el credo liberal, o neoliberal? ¿Son todos keynesianos? Keynes era un neoclásico, que pensó en la renovación del pensamiento hegemónico ante la crisis para salvar al capitalismo en la década del 30 del Siglo XX; que ahora se manifiesta como un modo de pensar “pragmático” en la coyuntura de la recidiva crisis del capitalismo.
Todas las fichas al crecimiento
Lo que hay que salvar es el funcionamiento del capitalismo, y por eso las llamadas a la salida de la recesión o desaceleración económica. El G20 se pronuncia por aplicar “políticas de crecimiento”, como si cualquier crecimiento fuera bueno en sí mismo.
Es algo a interrogar a los ambientalistas reunidos en Río de Janeiro a propósito de la contaminación de la “cidade maravilhosa”, con la Bahía de Guanabara “poluída” (altamente contaminada), situación similar a lo que ocurre en las grandes ciudades de nuestramérica (de la crónica de María Elena Saludas, participante de la cumbre popular en Río+20).
Vale la crónica ya que una de las propuestas del G20 se concentra en la inversión para infraestructura, que suena muy bien a los oídos “keynesianos, desarrollistas, o neo desarrollistas”, que asocian “inversión” con “crecimiento” y “bienestar”.
Así se justifica la inversión en infraestructura para saquear las riquezas naturales de nuestramérica, para lo que vale recordar la vieja “conquista”, y por qué no, la nueva aventura por la mega minería a cielo abierto, o la sojización de los países del Mercosur, proceso que entre otras cuestiones, desestabiliza al presidente paraguayo, tal como denuncia Idilio Méndez en su artículo: “Monsanto golpea en Paraguay: Los muertos de Curuguaty y el juicio político a Lugo”.
Es Monsanto la misma empresa que enorgulleció a la presidente de la Argentina en la reciente reunión en Nueva York con los empresarios estadounidenses, donde se conocieron las inversiones de la transnacional por 150 millones de dólares en las provincias de Córdoba y Tucumán.
¿Estamos contra el crecimiento y las inversiones? No. El problema es que no se trata de cualquier crecimiento, ni de cualquier inversión. Si la inversión capitalista se define por la obtención de ganancia del inversor, resulta conveniente discutir bajo qué circunstancias se define la inversión capitalista, especialmente cuando se alude al capital global.
El G20 apunta a la búsqueda de nuevas fuentes de rentabilidad del capital, y no necesariamente a satisfacer necesidades de la población.
En los medios de comunicación y en la sociedad se instaló un debate donde los “buenos” son los que recomiendan políticas de crecimiento, entre los que estaría EEUU (Obama necesita un repunte económico para ganar un segundo periodo en las próximas elecciones de renovación presidencial en noviembre) y los países emergentes (recordar el significado de emergente); y los “malos” los que sostienen políticas de austeridad y ajuste, especialmente Europa, y más precisamente Alemania.
Entre los primeros están los críticos de las políticas neoliberales, aunque no tengan reparos a la hora de otorgarle 456.000 millones de dólares al FMI para facilitar créditos condicionados a los países en problemas. Son condicionamientos que incluyen la campaña electoral, como en Grecia, donde el FMI chantajeó para que la Izquierda Radical no triunfara en las elecciones recientes, claro que fue una gestión en la que estuvo acompañado por el Banco Central Europeo y las autoridades de la Eurozona.
No hay buenos y malos en la consideración de la crisis; solo matices sobre como “resolver la crisis capitalista”, y por eso el “crecimiento”, para restablecer el consumo, sí, pero especialmente la valorización, esencia del desarrollo de la sociedad capitalista. Es necesario que aparezca una voz diferenciada, con críticas al capitalismo en crisis, y que proponga superar, no solo la crisis, sino el capitalismo.
Restaurar la confianza
Junto al crecimiento buscado, se puede leer en las Declaraciones finales del G20 que superar la recesión y desaceleración, restablecerá la “confianza”.
Es bueno interrogarse ¿confianza en que qué, para qué, en quiénes?
Entre las medidas sustentadas en la Declaración del G20 se puede leer el estímulo a la búsqueda de acuerdos para una unión bancaria en Europa, para “examinar medidas concretas en vista a una arquitectura financiera más integrada, que incluya la supervisión, la reestructuración y la recapitalización bancarias, así como el aseguramiento de los depósitos”, todo a junto a promover “empleo de calidad”. Confianza en el sistema bancario.
El discurso de la regulación bancaria y la arquitectura financiera está dicho luego del salvataje de la banca española por 100.000 millones de euros; de la estafa de banqueros y ejecutivos de cuantiosos ingresos pese a la crisis, al desempleo y a la miseria. Claro, todo para salvaguardar el sistema, los depósitos y los “empleos de calidad”.
Resulta poco creíble pensar en las resoluciones del G20 como “medidas necesarias para reforzar el crecimiento mundial y restaurar la confianza”, como si en ello fuera el buen vivir de la población vulnerable. ¿Cuántos recursos públicos han sido ya canalizados al salvataje de bancos y empresas quebradas?
Parte de la búsqueda de la confianza se concentra en el llamado a una “tregua” en las acciones proteccionistas sobre el comercio mundial, por lo menos hasta el 2014. Es el eufemismo para instalar el discurso hegemónico del capital transnacional por la liberalización de la economía mundial.
Es el programa de la OMC, de los Organismos financieros internacionales, y el legado principal de lo que se llamó el Consenso de Washington: la promoción del libre comercio, del libre cambio, de la apertura de los mercados para la penetración de los capitales más concentrados.
Cada G20 termina siempre con evocación al programa de máxima: la liberalización de la economía mundial, base de sustentación del programa de salida de la crisis de los 70´, y que en la región americana se manifestara a través del ALCA, y luego en los tratados regionales o bilaterales por el libre comercio. No en vano una de las noticias que presentó Obama a los anfitriones, fue la invitación a México para ser parte del Acuerdo de Asociación Transpacífica, una negociación comercial plurilateral que involucra además del país azteca, a Nueva Zelanda, Australia, Brunei, Malasia, Singapur, Viet Nam, Chile, Perú y EEUU.
Este es un proyecto que involucra a 500 millones de habitantes; un 26% del PBI mundial; un 15% de las exportaciones mundiales y un 18% de las importaciones globales. Es un acuerdo que EEUU utiliza para su proyección sobre el Pacífico en competencia con China.
La confianza buscada es para relanzar el proyecto capitalista y superar la crisis. En el próximo tramo brasileño de los debates, “Río+20”, se incorporarán los mensajes de un “capitalismo verde”, con “empleos verdes”. Es un mensaje que busca consenso social ante la conciencia ecologista vigente. Pero ese proyecto verde, de ensoñación de los ideólogos del capitalismo contemporáneo, se asocia a la explotación depredadora de los recursos naturales.
¡Ojo con la confianza a restaurar! La confianza puede hacernos cambiar nuestras riquezas naturales por espejitos de color, verde, por supuesto.
La propuesta es por otro modelo productivo y de desarrollo
En variados debates me señalan mi pesimismo en las “soluciones” que se ensayan, incluso en “gobiernos progresistas” (que no dejan de ser capitalistas).
Son los mismos que me endilgan mi optimismo por la creciente “indignación” de un movimiento social que no tiene claridad sobre el rumbo a seguir, y solo se afirma en el NO a la realidad que les toca vivir, la del ajuste y la austeridad (Grecia, Italia, Europa en general, ahora, y de Nuestramérica en las últimas dos décadas del Siglo XX).
No es menor afirmarse en el NO. A veces es un grito de dignidad, aunque no se conozcan los SI, y que sin embargo se abren paso entre nuevos desafíos que instala el constitucionalismo renovado en Bolivia, Ecuador, o Venezuela; la propia renovación socialista en Cuba, e incluso las búsquedas de expresiones organizadas del movimiento popular por un movimiento de constituyentes sociales, que emergen en Argentina, Chile, Colombia, entre otras experiencias de organización popular en la construcción de un proyecto emancipador. En ese camino se inscribe la lucha por la soberanía alimentaria, energética, financiera, ambiental.
Los NO son el modelo productivo y de desarrollo capitalista contemporáneo, sustentado a la superexplotación de la fuerza de trabajo y la depredación de los recursos naturales. Los SI apuntan a nuevas formas de relación económica, social, política y cultural para reproducir la vida cotidiana en armonía con el conjunto social y los bienes comunes.
En definitiva, ni pesimismo, ni optimismo, sino reivindicación del NO y emergencia y difusión de nuevos SI. ¿Resulta simple? Claro que no. Es parte de la búsqueda por una nueva sociedad. El fantasma de los indignados recorre el planeta, y no se trata de “jóvenes interconectados” mediante nuevas tecnologías de comunicación y redes sociales, sino de trabajadores sin empleo, flexibilizados, precarizados, súper explotados, mayoritariamente jóvenes que rechazan el presente sin futuro y reescriben su propia historia emancipadora, liberadora.
Si el ciclo inaugurado por el Manifiesto hizo evidente el surgimiento de la práctica y teoría revolucionaria que inspiró históricas luchas de clases entre 1848 y la ruptura de la bipolaridad; el presente es un momento de imaginación creativa en la emergencia de renovadas perspectivas para la teoría y práctica de la revolución.
Buenos Aires, 20 de junio de 2012

Anuncios económicos y cumbres globales


Antes de partir hacia EEUU para participar del Comité de Descolonización de Naciones Unidas, para denunciar el colonialismo británico a 30 años de la derrota en Malvinas, la Presidenta anunció un nuevo Plan para mantener el nivel de actividad económica ante la evidente desaceleración confirmada por el INDEC.
En esta ocasión, lo anunciado apunta a un plan de créditos por 20.000 millones de pesos para atender unas 100.000 solicitudes de préstamos para la construcción de viviendas. El programa establece beneficiarios de 18 a 65 años, con tasas de interés por debajo de la inflación, de 2% al 14%, con un máximo de 200.000 a 350.000 pesos según sea la capacidad de pago del usuario, con cuotas de hasta el 40% del ingreso personal.
Los fondos serán aportados por la ANSES, lo que resulta el punto más discutido. Es una crítica, especialmente realizada por los trabajadores jubilados, que se quedan (por razones de edad) afuera del beneficio crediticio y confirman, nuevamente, la resignación de recursos que podrían mejorar sus ingresos, sobre todo si  se considera que el 73% de los 6 millones de jubilados nacionales perciben la mínima prevista en los ingresos previsionales.
La operatoria a desarrollar mediante el Banco Hipotecario, supone acuerdos de precios con las empresas proveedoras de la construcción, a la sazón, grandes grupos monopólicos de capital extranjero que se verán beneficiados con la reactivación de la construcción, sector que venía en baja en la coyuntura.
Entre los objetivos de la iniciativa se apunta a mantener el nivel de actividad económica y abastecer la demanda de financiamiento para contrarrestar el déficit habitacional. Queda claro que junto a las motivaciones económicas es una iniciativa que pretende incidir en la disputa del consenso social, afectado por los problemas económicos y puestos en evidencia en protestas que ganaron la calle y el debate político.
No es la primera vez que se anuncian soluciones habitacionales que finalmente no prosperan. En rigor, existen aún algunas dudas sobre la operatoria concreta y quiénes serán los receptores de una línea de créditos subsidiada hasta ahora con fondos previsionales administrados por el Estado. Las expectativas generadas son muchas y se expresan en cuantiosos inscriptos que imaginan solución al ansiado techo propio.
A la búsqueda de inversiones
La presencia de la Presidente en Nueva York sirvió para que se reuniera en la sede del Consejo de las Américas con empresarios estadounidenses. El objetivo era presentarles el cuadro de situación de la economía argentina con vistas a lograr radicar inversiones en nuestro país.
Ante la crisis de la economía mundial y su efecto expansivo, con impacto en Brasil y otros importantes compradores de la producción local, la Jefa del Estado difundió una visión de la economía local favorable a las inversiones externas. El mensaje fue escuchado por ejecutivos y empresarios necesitados de inversiones rentables para paliar resultados escuálidos de sus emprendimientos ante la crisis mundial, aún con las restricciones vigentes en la Argentina actual, sea para las importaciones o la salida de divisas. Especialmente el mercado del dólar y las divisas interesa al capital externo, que a la hora de definir sus inversiones piensan en términos de obtención y remisión de utilidades en función de su estrategia de acumulación.
El mejor ejemplo de ello es la experiencia de Repsol, que se transformó en una de las principales petroleras globales desde su incursión en la compra de YPF, base empresarial y de excedentes para financiar la expansión mundial.
En su intervención en el Consejo de las Américas, la presidente destacó la compra del 8% de las acciones de YPF por parte del mexicano y multimillonario Carlos Slim, ahora desarrollando sus activos en el negocio petrolero. Mencionó ante los interlocutores neoyorkinos las conversaciones con Chevron, una de las grandes transnacionales del petróleo, para asociarla a los planes de inversión para la explotación energética y el autoabastecimiento propuesto desde la expropiación parcial de YPF.
Destacó también en su discurso ante los empresarios el papel de las inversiones de EEUU, señalando que Walmart anunció nuevas inversiones en el país, y relató conversaciones con “Monsanto, que nos anunciaba una inversión muy importante en materia de maíz. Ustedes saben que nosotros somos sextos productores de maíz a nivel global, pero somos segundos exportadores porque tenemos un excedente muy grande producto de las conductas alimentarias de los argentinos. Y además estaban muy contentos porque Argentina hoy está –digamos – a la vanguardia en materia de eventos biotecnológicos.”[1] Anunció las próximas inversiones de Monsanto en Córdoba y Tucumán, enfatizando la cooperación entre el gobierno y la empresa.
Esos anuncios le permiten mostrar el rumbo gubernamental privilegiando la biotecnología aplicada a la alimentación, eje central del Plan agroalimentario hacia el 2020; la mega minería y un plan industrial sostenido en nuevas inversiones energéticas; todo lo cual se apoya en un programa científico con base en la biotecnología. Son temas muy importantes que explican buena parte del crecimiento económico de la Argentina, y la discusión estructural sobre si ese debiera ser el rumbo del modelo productivo y de desarrollo en la Argentina.
La apuesta a la extensión agrícola sojera, a la biotecnología, y a la mega minería, comentadas como oportunidades de inversión en la Argentina, fueron en paralelo a la exaltación del país como pagador riguroso de la deuda pública, destacando el próximo vencimiento del BODEN 12, herencia de la crisis del 2001. La política de cancelación de la deuda es resaltada en las condiciones de crisis vigente en el mercado financiero mundial. Es una conducta que se difunde para atraer capitales externos, en una muestra de confiabilidad del capitalismo existente en el país.
Capitalismo en crisis y cumbres globales
La gira presidencial sigue desde nueva York a México y Brasil. Entre el 17 y 19 de Junio se realiza la cumbre del G20 en México, y luego, del 20 al 22 de Junio la reunión de la ONU “Río+20” en Brasil.
En esos cónclaves se consideran aspectos centrales de la crisis contemporánea, donde la discusión es sobre la crisis capitalista y las opciones al desarrollo. La posición de la Argentina se asienta en los datos del crecimiento económico de la última década, aún con el traspié del 2009 y la desaceleración actual.
Las definiciones de Cristina Fernández ante los empresarios yanquis explicita el modelo productivo y de desarrollo capitalista sugerido al mundo. Se insiste que el problema mundial es de liderazgo político, sugiriendo que la Argentina es el modelo a imitar. En rigor, el país, marginal en la producción mundial, disputa localización de inversiones de transnacionales en nuestro territorio, sin modificar la pauta productivista puesta en debate en Río de Janeiro, especialmente por ambientalistas, trabajadores y campesinos, de diversos movimientos que reivindican otro mundo posible, cuestionando la explotación de la fuerza de trabajo y la depredación de los recursos naturales.
Sea en las cumbres globales, la de los gobiernos, los que se  organizan como alternas por movimientos sociales, el debate se concentra en la crisis y sus mecanismos de salida. Unos, desde el poder sostienen la necesidad de relanzar el ciclo de acumulación de capitales afectado por la crisis, y para ello no dudan en reiteradas propuestas de ajuste que descarguen el costo sobre millones de personas. Otros, la mayoría social, por ahora se indigna y se manifiesta por el no, en contra de las políticas anti populares, en una búsqueda por otorgarle nuevo horizonte programático a la perspectiva emancipatoria.
La coyuntura económica y política en la Argentina está atravesada por los debates sobre el devenir en el país y en escala global, lo que supone discutir el lugar del país en el sistema mundial, y especialmente la política de alianzas en el mundo para afirmar una u otra de las variantes antes mencionadas. ¿Qué sentido le impone la Argentina a su participación en las cumbres globales? Es un interrogante a realizar, según sea la participación en los cónclaves oficiales, o en las reuniones alternativas convocadas por los movimientos populares.
Buenos Aires, 16 de junio de 2012


[1] En: http://www.presidencia.gob.ar/discursos/25918-almuerzo-en-el-council-de-las-americas-palabras-de-la-presidenta-de-la-nacion