Hay anuncios de cambios para el mercado de capitales en Argentina



Casi en simultáneo con la aprobación, la semana pasada, de la inconstitucional reforma a la legislación de riesgos del trabajo, un instrumento solicitado por la Unión Industrial Argentina (UIA) y votado por el oficialismo y la algarabía del PRO (Partido de derecha que gobierna la Ciudad de Buenos Aires) en la Cámara de diputados, el gobierno anuncia cambios en el mercado de capitales, más precisamente, una reforma de la Ley de Oferta pública, que rige desde 1968.
Si los cambios de la “ley corta” de riesgos del trabajo, que afecta los intereses de los trabajadores, eliminando la doble vía (indemnización por accidente o enfermedad, más acción judicial resarcitoria) significa una señal favorable a los empresarios; los cambios en el mercado de capitales sugieren mayor participación estatal en el financiamiento del capitalismo en el país. En el análisis de la noticia o de la política puede pensarse en algo así como una medida a favor del mercado, y otra de orientación pro estatal.
El mercado de capitales y la acumulación capitalista
Debe recordarse para el caso cuál era el objetivo del régimen legal de 1968, imposible de disociar respecto del propósito sustentado por la dictadura del General Onganía desde el golpe de 1966.
La finalidad de la política económica estaba orientada a modificar sustancialmente el patrón de acumulación derivado de la industrialización sustitutiva de importaciones (ISI) promovida desde los años 30´.
Ese propósito de modificación del orden económico social fue demorado una década como consecuencia de la resistencia de los trabajadores, dos rosariazos mediados por el Cordobazo en 1969, y variadas puebladas que se sucedieron en esos tiempos y habilitaron la corta experiencia por la liberación nacional y social contra la dependencia capitalista durante 1973, y que culminó con el rodrigazo a mediados de 1975 y el terrorismo de Estado desde marzo de 1976.
El objetivo de reestructuración de la economía, el Estado y la sociedad del golpe del 66 recién fue realidad una década después, con Martínez de Hoz y sus colaboradores inspirados en la escuela monetarista de la Universidad de Chicago en EEUU. Sus consecuencias aún se hacen sentir en nuestros días, entre otras cuestiones con la institucionalización de la  legislación financiera y el régimen de inversiones externas, instrumentos legales asociados al desarrollo del mercado de capitales y la inserción subordinada de la Argentina en el capitalismo mundial.
La función del mercado de capitales apunta a generar las mejores condiciones para la captación de recursos por el sector empresarial de la economía. Además del sector bancario, que oscilaba entre nacionalizaciones (1946 y 1963) y desnacionalizaciones (1955 y 1966) de los depósitos, se buscaba en 1968 estimular la tradicional actividad bursátil.
Una actualización importante y relativa al mercado de capitales se produjo en 1994, con la reforma previsional. Eran tiempo de la ofensiva neoliberal, del capital contra el trabajo. Eran los tiempos en que el equipo de la dictadura genocida destacaba la labor del gobierno constitucional en los 90´. El motivo esgrimido por Cavallo y Menem apuntaba a que sean los trabajadores con sus aportes y retenciones los que generaran una masa de financiamiento para la promoción de la iniciativa privada.
Así surgieron las AFJP, que no tuvieron el monopolio de la actividad por imperio de la lucha de trabajadores activos y pasivos, quienes arrancaron la convivencia del sistema de reparto con el régimen privado de capitalización. Este fue estatizado en 2009, en plena crisis de bolsas y bancos en el mundo.
Vale mencionar que aún con la estatización, esos fondos previsionales aportados por los trabajadores son utilizados para estimular el mercado de capitales en la Argentina. Se estima que un 14% de los fondos previsionales están orientados en el financiamiento del sector productivo privado.
Los cambios que se vienen
Ahora se anuncian cambios que apuntan a mayor participación del Estado en el contralor de las actividades asociados al mercado de valores. Es una iniciativa convergente con similar accionar en el sistema mundial luego de la crisis iniciada entre 2007 y 2008, la que afectó la valorización de títulos y acciones en el sistema capitalista.
En el sistema capitalista, especialmente entre los países más desarrollados, se impone la creciente intervención estatal para estimular el nivel de actividad económica, que se encuentra menguado por impacto de la crisis mundial.
Los anuncios del poder ejecutivo apuntan en el sentido de ampliar las facultades de la Comisión Nacional de Valores (C.N.V.) y restringir los “beneficios” fiscales y de contralor en manos de la Bolsa.
La respuesta de disconformidad de los “mercados” se hizo notar con tendencias a la baja de las cotizaciones y con sospechas sobre la afectación del “libre mercado” que resulta de la intervención pública, como si fuera posible la libertad de mercado en condiciones de monopolio y transnacionalización de la economía.
Los anuncios sugieren modificar la auto regulación vigente en el mercado de valores; la regulación estatal y el fin del secreto bursátil; la ampliación de los operadores que puedan actuar como “agentes de bolsa”, hasta ahora concentrados en muy pocos representantes con una millonaria inversión; y el cambio del carácter jurídico de la Bolsa de Comercio que pasaría a constituirse como una sociedad anónima y perdería así las exenciones impositivas vigentes por su calidad de entidad sin fin de lucro.
Todo ello está acompañado por nuevas regulaciones en el mercado del seguro. Se promueve la formación de un Fondo para inversiones productivas y de infraestructura que surge de orientar un 10% de los fondos administrados por las compañías de seguros, sea por las ART (entre 5 y 20% del total de sus carteras de seguros), los seguros de vida y retiro (entre el 12 y el 30% de las respectivas carteras), o los seguros generales y el reaseguro (entre el 10 y el 20% de cada cartera).
La expectativa apunta a consolidar hacia mediados del 2013 un valor del orden de los 7.000 millones de pesos para destinarlos a proyectos productivos y de infraestructura, elegibles por una comisión de funcionarios del poder ejecutivo.
Estas medidas intentan incidir sobre el nivel de actividad económica, y continúan el rumbo de utilización de los fondos previsionales administrados por el ANSES. Existen inversiones productivas de los fondos previsionales por unos 30.000 millones de pesos, sobre un total de 215.000 millones de pesos. En el mismo sentido actúa la obligación a los bancos para destinar un 5% de los depósitos para préstamos a pequeñas y medianas industrias. La idea es completar la presión sobre las aseguradoras para destinar una décima parte de unos 70.000 millones de pesos que existen en seguros, los que intentan valorizarse invirtiendo en títulos públicos, plazos fijos, fondos comunes de inversión, obligaciones negociables, acciones y ahora en proyectos productivos e infraestructura.
Son anuncios para mantener en actividad y con crecimiento al régimen capitalista de producción en el país, el que se encuentra afectado en la coyuntura por la desaceleración del presente año.
Por ello, más allá del sentido de los cambios y los temores que genera entre especuladores e impunes inversores asociados a la evasión y elusión impositiva, los interrogantes de las medidas anticipadas remiten a qué tipo de producción es la que se debe promover, realizada por quiénes y con qué fin. Es algo que no debe quedar librado a las fuerzas del mercado, aún con mayor regulación estatal.
Buenos Aires, 29 de octubre de 2012

Las elecciones venezolanas y el debate económico en Nuestramérica



El triunfo electoral de Hugo Chávez en las recientes elecciones presidenciales en Venezuela habilita un debate sobre los cambios económicos, su rumbo y sus beneficiarios.
Quedó muy claro en la campaña electoral y en el balance del resultado, las opiniones favorables al rumbo de la revolución bolivariana y sus críticas, incluso más allá de Venezuela. Casi podemos mencionar al episodio como un acontecimiento mundial. No daba lo mismo para unos y para otros el resultado.
La derrota del chavismo hubiese representado una esperanza para las clases dominantes locales, regionales y mundiales para reencauzar a Venezuela y su petróleo en la lógica de acumulación y de dominación imperialista. Enfatizo en ello porque aún vendiendo petróleo a EEUU en grandes cantidades, el régimen actual de Caracas no se subordina a la lógica de dominación global de EEUU, más bien la confronta.
Por el contrario, el triunfo bolivariano otorga nuevos aires al rumbo por los cambios en la región. El pasado 12 de octubre, Evo Morales, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, denunciando aquel 12 de octubre de 1492 trajo a cuento la realidad del presente y señaló que hoy “tener relaciones con la Embajada de Estados Unidos es como una caca”. La réplica del poder mundial no se hizo esperar, adentro y afuera de Bolivia.
Del cambio político al cambio económico
Es que Nuestramérica en proceso de “cambio político” necesita, además de consolidarlo (en el sentido que afirman estas elecciones venezolanas), avanzar en el “cambio económico”, sea el Socialismo del Siglo XXI propuesto por Venezuela, o el Socialismo Comunitario sustentado desde Bolivia.
No se trata solo de decisiones nacionales de esos países, sino de la capacidad de la región por liquidar la herencia neoliberal de la institucionalidad gestada en los años 80 y 90. Claro que algunos imaginan que se puede criticar y enfrentar al neoliberalismo desde el capitalismo. Es parte de las ilusiones que sostienen la independencia dentro del capitalismo.
Tanto Venezuela como Bolivia se proponen el tránsito del capitalismo al socialismo, cada uno con sus adjetivos, que reportan a su historia y tradiciones, pero coincidentes en el rumbo de la transición al socialismo.
Ello supone desarmar los vínculos estructurales del orden social vigente, al interior de los países y en el vínculo con el resto, lo que impacta en el proceso de integración regional.
Recientemente Ecuador ha sido demandado por el CIADI a cumplir con una sentencia ante la demanda de una transnacional. Una cosa será la lucha solitaria desde el Ecuador ante el CIADI, o la activa solidaridad de los países de la región.
Tanto Bolivia, Venezuela, como Ecuador se retiraron del CIADI, además, Brasil nunca firmó el protocolo de adhesión, con lo que surge el interrogante sobre la legitimidad que le otorgan a ese ámbito de la dominación otros países, los que continúan subordinados a la lógica de defensa de las transnacionales que opera en el CIADI y su mentor el Banco Mundial.
Se trata de organizar la transición en dos carriles simultáneos, el nacional y el regional, como forma de discutir y disputar desde la región el orden mundial.
A nivel nacional se precisa desarticular el poder de las transnacionales, orgánicamente articuladas con el poder económico local, sea el tradicional oligárquico, como el burgués moderno, o el especulativo.
Es curioso, por ejemplo para el caso argentino el fortalecimiento del sector bancario, con excedentes que lo alejan de la crisis del 2001 y lo proyectan en el presente como uno de los emprendimientos con mayor rentabilidad. ¿De dónde sale esa renta? ¿No estará asociado al usurario margen entre tasas pasivas y activas, cuantiosos costos de los servicios a usuarios del sistema bancario?
En rigor, solo responde a la lógica de la ganancia en el capitalismo, y la creciente bancarización más que favorecer al usuario del servicio financiero es una forma de extensión del negocio bancario.
Convengamos que transitar el cambio económico supone enfrentarse con el poder local y mundial. No es ni será sencillo enfrentar a ese poder, pero la primera decisión es asumir el costo del enfrentamiento, lo que requiere generar en consenso social para las transformaciones. Hace falta construir un sujeto económico para esa tarea, y la autoconciencia de ese sujeto para la transición.
Aprender de las experiencias
La experiencia boliviana puede ayudar en la región. Su concepción constitucional de economía plural evidencia la presencia de distintas formas de organizar la economía, vía empresa privada capitalista, pública estatal, comunitaria y social cooperativa; pudiendo encarar procesos mixtos.
La hegemonía actual en la economía boliviana es la capitalista, pero el análisis de los presupuestos públicos de los últimos años, en la gestión de Evo Morales, da cuenta de una tendencia al crecimiento del sector estatal, incursionando en la creación y el fortalecimiento de empresas públicas. Es cierto que no siempre con los mejores resultados, pero puede contarse a favor del proceso boliviano la escasa tradición del Estado en la estructuración de empresas productivas o de servicios.
El objetivo explicitado por el gobierno plurinacional es modificar la hegemonía en la economía plural, lo que supone aplicar políticas favorables al desarrollos del sector estatal, del comunitario y del social cooperativo, desestimulando la lógica de privilegio al sector capitalista.
Un problema en Bolivia, tal como en otros países de la región, es la tentación de una inserción internacional mediante la venta de recursos naturales. En la agenda patriótica formulada por el presidente boliviano en agosto pasado se enfatiza en la necesidad de superar la primarización de la economía, vía industrialización de los recursos naturales[1].
Esa agenda se complementa con la superación de la extrema pobreza, la seguridad alimentaria con soberanía, la satisfacción universal de los servicios sociales para el conjunto de la población, y el desarrollo tecnológico, imprescindible para el proceso de emancipación.
La disputa es grande en ese proceso y el propio sector empresarial hegemónico demanda ser parte de la discusión de la agenda sustentada hacia el 2025, el año del bicentenario de Bolivia.[2]
Toda la región debe estudiar los procesos de cambio, especialmente aquellos con mayor disposición a confrontar con las hegemónicas relaciones sociales de producción capitalistas.
Lo definitorio es el sujeto económico
Ello supone el desafío por construir sujeto, por el socialismo comunitario en Bolivia, y con la especificidad que suponga cada construcción nacional, pero completando el acumulado en sujeto político popular con sujetos actuando en el proceso económico, y especialmente productivo. En el caso boliviano son los indígenas, originarios y campesinos, los trabajadores, los cooperativistas, los micro y pequeños, medianos y grandes empresarios asociados al proyecto transformador.
Tal como hemos sugerido en varias ocasiones, e insistiremos hasta el cansancio, las preguntas que se nos imponen para la transición apuntan a responder: ¿Qué, quién, cómo, y para quién producir?
Ese es el debate en Nuestramérica, en un mundo en crisis, cuando el FMI acaba de publicar sus perspectivas económicas para el 2013[3], rebajando las proyecciones del 2012 y del 2013 “de 3,2 por ciento en 2012 para ALC
(un 0,6 por ciento por debajo de lo proyectado en abril) y de 4 por ciento en 2013”. En el informe mundial se muestran tendencias de menor crecimiento para EEUU, Japón y especialmente Europa.
¿Tiene que continuar nuestra región produciendo para ese mundo capitalista en crisis, o generar las condiciones para una ruptura en el plano de la economía y la producción?
Así como afirmamos la necesidad del cambio político al económico, esa orientación también debe constituir el desafío de la integración. Es muy destacable el avance de Unasur y Celac, pero están desafiados en la actualidad a constituirse en mecanismos de articulación productiva para contribuir a la transición de la hegemonía capitalista hacia un nuevo orden.
Claro que hay que ser conscientes que en la región anidan proyectos diferenciados, incluso contradictorios. Por eso enfatizamos en la importancia del triunfo democrático para un nuevo periodo de gobierno de Hugo Chávez y su proyecto de revolución bolivariana por el socialismo.
La Paz, 13 de octubre de 2012

Actualización sobre la crisis mundial



Se acaba de presentar el informe anual del FMI para el 2012[1], algo así como su “memoria y balance”, donde se insiste en la continuidad y gravedad de la “crisis financiera internacional”, que nosotros preferimos caracterizar como “mundial y sistémica”, no solo financiera e internacional.
Apuntamos a destacar que más allá de lo financiero y lo económico, la crisis se proyecta en otros campos, tales como los alimentos, la energía, el medio ambiente, entre otros asuntos; y que no debe considerarse un problema entre naciones (internacional), aún cuando la gestión de la economía es nacional, porque el problema es global y se asocia al funcionamiento del orden mundial.
Pero más allá de la caracterización, desde el FMI se insiste que la crisis se proyecta por lo menos una década, según Olivier Blanchard, el jefe de los economistas del FMI. Sostuvo que entre el 2008 (estallido con la bancarrota en EEUU, especialmente de Lehman Brothers) y 2018 es previsible la duración de la crisis mundial, con lo que aún restan varios años para ensayar los ajustes que promueve el organismo internacional y que sufren los pueblos del mundo. También para pensar en enfoques alternativos de política económica, incluso más allá y contra el propio régimen del capital.
Esa continuidad de la crisis es la razón por la cual, la titular del FMI sostiene en el informe anual 2012 que “sigue faltando confianza, persisten las tensiones en los mercados financieros y la recuperación es aún endeble. Entre tanto, el desempleo se mantiene en niveles inaceptables en demasiadas regiones y la estructura social está sometida a una presión creciente” y por ello llama a “restablecer la estabilidad económica y financiera internacional” para el crecimiento.
Como vemos, el pronóstico es delicado y la convocatoria es sesgada hacia el ajuste, para estabilizar las cuentas macroeconómicas de los estados nacionales que evidencian situaciones críticas. Además hay preocupación por las tensiones que devengan en conflictos sociales. No lo dice el Fondo, pero la indignación crece a escala global.
Más capital al FMI para el ajuste y el fetiche del crecimiento
Agregó Christine Lagarde, cuya asignación anual alcanza a 467.940 dólares anuales (unos 183.200 pesos argentinos mensuales al cambio oficial), que “Los países miembros manifestaron su confianza (en el FMI) a través de una ampliación de los recursos por un valor de 456.000 millones de dólares.”
Resulta increíble la apuesta y el compromiso de variados países con una organización co-responsable de una crisis que entre 2008 y 2009 consumió 25 billones de dólares en salvatajes estatales a grandes empresas y bancos. Gigantescos sueldos para gerentes de empresas, organismos y bancos contra el crecimiento del desempleo y la miseria, toda una realidad.
Esa ampliación de capital fue resuelta por el G20 en el 2010, y el FMI utiliza esa mayor capacidad financiera para “asesorar y asistir” a países en problemas, tal como lo hizo con la región latinoamericana en los 80´ y en los 90´ con los regresivos resultados por nosotros conocidos en deterioro de la calidad de vida de la mayoría de la población.
Incrementar los recursos del FMI consolida una institución para el ajuste y el empobrecimiento de la población mundial, algo que el propio Fondo reitera y sugiere en sus diagnósticos. Claro que el promedio de ingresos de los altos funcionarios del Fondo está, según el informe del FMI, en 312.934 dólares al año, unos 122.500 pesos argentinos mensuales al cambio oficial. Nada mal para recetar ajustes que derivan en alarmantes datos de desempleo y miseria.
El diagnóstico del FMI señala las debilidades de la economía mundial, especialmente en la zona del euro, y donde “la mayoría de las economías emergentes y países de bajo ingreso siguieron experimentando un crecimiento sólido”.
Nada se dice que ese crecimiento significa, por ejemplo, excedentes en China destinados a la compra de bonos del tesoro de EEUU; o expansión de las remesas de utilidades de las transnacionales que operan en esos países emergentes, acrecentando el fenómeno de fuga de capitales desde los países emergentes a los desarrollados.
Se destaca en el informe del FMI como principales problemas el déficit fiscal y el elevado endeudamiento público. En el plano social sobresale el desempleo. Se califica la situación para el 2012 como de “una frágil y tímida recuperación”.
La heterodoxia opina
Son los temas que en definitiva se discutieron en las jornadas monetarias del BCRA en la semana que pasó, ámbito que congrega buena parte del pensamiento económico heterodoxo mundial; y en el encuentro anual de Economía y Derechos Humanos que organiza la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, y que también convoca a heterodoxos y al pensamiento crítico regional y global.
En ambas ocasiones la titular del BCRA, Mercedes Marcó del Pont coincidió en que la crisis mundial “será larga” y que “la economía argentina crecerá bastante menos que el año pasado”. La argumentación apunta a señalar el diferencial de crecimiento de la economía local respecto de la baja proyección de las economías del capitalismo desarrollado.
Es curioso cómo se sostiene el fetiche del crecimiento. La apelación del FMI y del BCRA es al crecimiento, como si ese crecimiento pudiera asignarse equitativamente al conjunto de la población.
Las mismas autoridades económicas de la Argentina rastrean las causas de la inflación local en la concentración económica, fenómeno asociado a la propiedad privada y extranjera de las principales empresas fijadoras de precios. Son éstas las que captan lo principal de la renta social generada en la Argentina, más allá de los paliativos importantes de una política social masiva que se reconoce en 3,5 millones de asignaciones universales, o más de 2 millones de jubilaciones sin aportes previos.
La extensión de la política social no define el núcleo de la acumulación capitalista, que sigue siendo predominante desde la ganancia, altamente concentrada en la cúpula del poder económico. Es un razonamiento válido para el país y para el mundo.
Ajuste, desempleo y transición al socialismo
La proyección para el 2013 es de recesión europea y desaceleración del conjunto de la economía mundial, con elevadas tasas de desempleo. El informe del FMI resalta que “Al cierre del ejercicio 2012, más de 200 millones de personas en todo el mundo estaban sin trabajo, y en algunos países del sur de Europa más de la mitad de los jóvenes no pueden encontrar empleo”.

Es interesante verificar como el FMI convoca con un lenguaje ubicuo al ajuste en los países con problemas (Europa principalmente) y destaca que el crecimiento en los emergentes se debe a ajustes previos.

Así como el FMI muestra al capitalismo desarrollado el espejo del ajuste de nuestro países en décadas anteriores; los pueblos ajustados en la coyuntura debieran observarse en el espejo de las resistencias que en Latinoamérica generaron las condiciones para los procesos de cambio político que hoy se viven y se estudian con interés en todo el mundo, razón que explica la presencia de intelectuales en variadas jornadas de debate económico que se realizan entre nosotros.

En rigor, no alcanza con análisis heterodoxos en el marco del capitalismo. El interrogante apunta a pensar más allá del capitalismo y en el tránsito de esta sociedad en crisis a otra, quizá en el rumbo del socialismo del Siglo XXI que sustenta la revolución bolivariana desde su afirmación electoral del 7 de octubre.

Buenos Aires, 6 de octubre de 2012


[1]  Informe anual 2012. Trabajando juntos para apoyar la recuperación mundial. En: http://www.imf.org/external/spanish/pubs/ft/ar/2012/pdf/ar12_esl.pdf (consultado el 6/10/2012)