Propuesta de pago a los acreedores que demandan en Nueva York



En plena semana santa venció el plazo presentar la propuesta de pago de la Argentina a los acreedores que demandan en la justicia de Nueva York.
La sentencia neoyorkina en discusión manda a cancelar el 100% de unos títulos por 1.330 millones de dólares, que sumados los intereses alcanzan unos 1.600 millones de dólares. Si se suman otros casos similares que también podrían acudir a los tribunales de EEUU, la cifra con intereses supera los 11.000 millones de dólares. Son más obligaciones a cancelar con fondos del presupuesto, restringido a la hora de cancelar demandas de los estatales, sean docentes o trabajadores de la salud, entre otros.
En la propuesta presentada por el gobierno argentino se contemplan las mismas condiciones establecidas en los canjes de deuda del 2005 y del 2010, con vencimientos de nuevos bonos hacia el 2033 y el 2038. En el primer caso se contempla la entrega de títulos con una quita, aunque se complementa con bonos adicionales atados al crecimiento del PBI (siempre que este sea mayor al 3%). En el segundo caso, se ofrecen bonos sin descuento más los respectivos cupones atados al crecimiento del PBI.
Si esa propuesta no fuera aceptada, algo conducente con la sentencia que exige el pago total de la deuda, el tema podría culminar en la Corte Suprema estadounidense. Un fallo negativo en este caso significaría una invitación a litigar a todos los acreedores que ingresaron oportunamente al canje de deuda, ya que estarían en condiciones de demandar compensaciones por mejor opción ofrecida a otros acreedores. En este caso, los pagos superarían los 43.000 millones de dólares, agravando la situación del endeudamiento público.
Derechos confrontados
Se trata de un tema complejo que discrimina derechos. Las sucesivas políticas asumidas de privilegiar el pago de la deuda externa limitan las posibilidades de cumplir con demandas por derechos locales, sean las actualizaciones salariales de los trabajadores estatales, e incluso la mejora de sus ingresos. Restringe también la posibilidad de una política ampliada del gasto social.
Cuando señalamos el condicionante de la deuda externa remitimos a una opción del modelo de desarrollo que resulta favorable a los intereses de la acumulación capitalista dependiente. La cesación de pagos del 2001, aún limitada, favoreció por unos años desatender la demanda por pagos de capital e intereses, permitiendo el uso de recursos públicos para mejorar la situación de sectores sociales vulnerables y desprotegidos, al tiempo que estimular una actividad económica deteriorada.
Aludimos al no pago de una deuda por 100.000 millones de dólares entre 2002 y 2005, fecha en que se materializó el canje de deuda que incluía un periodo de gracia en las cancelaciones de capitales por 20 años, o sea, hacia el 2025. El no pago de la deuda fue, además de un alivio fiscal, una demostración de la validez de privilegiar derechos de ciudadanía de la población local sobre los tenedores de títulos. Es cierto que muchos de esos acreedores eran locales, e incluso fondos previsionales, afectados por decisiones estatales que indujeron ese tipo de inversiones. Las soluciones previsionales deben resolverse con medidas estructurales del tipo del 82% móvil asociado al ingreso de un trabajador activo, sin depender del tipo de inversión a realizar con los fondos previsionales acumulados.
El no pago del 2001 debió ser acompañado de una profunda investigación sobre la deuda, con una auditoría, al estilo de la realizada por el Ecuador, contribuyendo a sentar antecedentes para que otros países generalicen una práctica similar. Es una actitud política que pondría en discusión la lógica especulativa del sistema financiero mundial. Es el primer paso para pensar la nueva arquitectura financiera mundial reclamada en estas horas en Túnez, en ocasión de realizarse una nueva versión del Foro Social Mundial.
La crisis capitalista mundial golpea principalmente a los trabajadores y a los pueblos, con crecimiento del desempleo, la precariedad laboral, la tercerización y la superexplotación. Resulta necesario modificar la lógica favorable a la ganancia y la acumulación que sostiene al sistema capitalista, para orientar políticas que satisfagan los derechos de los pueblos, el vivir bien o el buen vivir según instaló el nuevo constitucionalismo de Bolivia o Ecuador.
Queda claro que la deuda es y será un tema de derechos confrontados y la sociedad debe dirimir el privilegio de unos sobre otros. No se trata de una cuestión económica. Es una reivindicación democrática y por lo tanto un asunto de política, de derechos humanos.
31 de marzo de 2013

Nuevo PAPA, economía y pobreza



Nadie duda sobre la importancia y el impacto generado en el mundo y en la propia Argentina por la designación de Jorge Bergoglio, desde ahora el PAPA FRANCISCO.
La elección del nombre evoca a la pobreza, sin duda el principal efecto de la explotación capitalista, una cuestión exacerbada con la crisis mundial en curso. Parte del fenómeno es el desempleo, la precariedad y flexibilidad laboral, algo por lo cual las calles se llenan de protestas, ayer nomás en Argentina con la CTA y la CGT.
El tema de la pobreza viene de larga data, y es preocupación en variadas instituciones y discursos. La ONU tiene entre sus principales objetivos del milenio el combate a la pobreza, y entre sus principales indicadores se mide el desarrollo humano, precisamente para señalar cuanto se alejan las personas y los países del flagelo de la pobreza. El Banco Mundial ha dedicado programas durante años a la preocupación sobre la pobreza, la desigualdad y la cohesión social. Es cierto que desde muchos ángulos se acusa al Banco y a otros organismos financieros internacionales de corresponsables en la gestación y extensión del fenómeno relativo a la pobreza. La FAO, organización sobre alimentos de la ONU acusa la existencia de 1.000 millones de hambrientos en nuestro tiempo, un 15% de la población mundial, pese a la gran expansión de la producción agrícola, ahora compartida en su uso como alimento y para la energía.
La pobreza convive con la opulencia, por lo que los gestos de austeridad de la jerarquía eclesial impactan. El interrogante es si la Iglesia, como institución milenaria asume el desafío más allá de lo gestual.
Asuntos económicos en la Iglesia
Mucho se habla de la riqueza de la Iglesia, de sus cuantiosos ingresos y gastos para sostener un gigantesco patrimonio inmobiliario construido en largo trayecto.
La Revista The Economist, en agosto del 2010 señaló que la Iglesia católica de EEUU empleaba a 1 millón de trabajadores en entidades de salud, educación y en las propias diócesis eclesiales. El artículo destaca una capacidad de empleo equivalente al gigante Walt Mart y superior a la cadena Mc Donalds, la empresa General Electric, o la automotriz General Motors. Puede inferirse así una cifra millonaria de trabajadores en todo el mundo. La iglesia como un gran empleador global.
Las sospechas de corrupción y negociados se asocian a la actividad financiera del Instituto para la Obra Religiosa, el IOR, conocido como el Banco del Vaticano, donde se administran los bienes que la Iglesia tiene en todo el mundo. Muy difícil es separar esa actividad del fraude asociado a la quiebra del Banco Ambrosiano de Milán en 1982. Del IOR surgen las inversiones de la Iglesia en títulos públicos, especialmente del tesoro de los EEUU, igual que hacen otros Estados nacionales, y no solo el Vaticano. Las inversiones en empresas solo tienen límites en aquellas que son productoras de bienes que afectan convicciones morales y religiosas, por ejemplo, la producción de anticonceptivos. En el Banco del Vaticano se administran, entre otras, las donaciones y las rentas financieras o productivas generadas por las actividades de la Iglesia global. Para el caso argentino pueden citarse el negocio inmobiliario e incluso la producción agraria en propiedades de las congregaciones religiosas.
Un interrogante será si las primeras señales de austeridad del PAPA, relativas a su nombre, su vestimenta y modo de transporte se generalizan respecto de la institución, y especialmente en el debate sobre el orden mundial capitalista en crisis. Remito a la discusión relativa al modelo productivo hegemónico de sobre explotación de la fuerza de trabajo y la depredación de los recursos naturales. Es que el hambre y la pobreza se explican por la riqueza surgida de la explotación de los seres humanos, con lo cual, la prédica contra la pobreza requiere de acciones terrenales que modifiquen la forma de producir, distribuir, intercambiar y consumir en la sociedad contemporánea. Es probable que sea mucho pedir al papado de Francisco, ya que ese cambio de paradigma productivo, o de orden socioeconómico, es más producto de cuestiones terrenales, de acciones sociales colectivas, muchas de las cuales se discuten y practican en este tiempo en Nuestramérica.
Iglesia y cambio político
Algunas hipótesis apuntan a una posible intervención de la Iglesia sobre el “espíritu de cambio” en la región, y por ello un PAPA extranjero, “americano”, como reclamó con énfasis y expectativa Barack Obama, “latinoamericano” destacan y festejan muchos, argentino dicen por acá, memorando aquello de la territorialidad argentina de Dios.
¿Con qué orientación intervendrá la Iglesia sobre estos temas? ¿Apoyar o frenar el cambio político asumido en el comienzo de este siglo?
Alguien puede mencionar que lo político cae afuera del accionar pastoral de la Iglesia, lo que puede entenderse, aún cuando cuesta no asociar el papel institucional asociado a las políticas de Estado en la contemporaneidad.
El vivir bien, recientemente incorporado a la constitución boliviana, o el buen vivir incluido en la magna carta ecuatoriana, constituye una concepción de los pueblos indígenas originarios previa a la llegada de los misioneros evangelizadores que acompañaron la conquista y colonización de Nuestramérica. Esas concepciones fueron modificadas por el “vivir mejor” que alude al consumismo y al tener, máximas de la sociedad capitalista construida desde la acumulación originaria del capitalismo desde hace cinco siglos.
¿La prédica por la pobreza se asociará al vivir bien o al vivir mejor? La primera supone un cambio de modelo productivo. La segunda puede resolverse con acercar ingresos a los más pobres para mejorar su consumo bajo las reglas de la producción capitalista, o sea, la explotación de millones de trabajadores y la depredación de la naturaleza. El asistencialismo, aún generalizado y “universal” mejora el acceso a cierto consumo, sin modificar sustancialmente el orden social.
Son todos interrogantes a develar en la práctica que genere un nuevo papado que abre expectativas en millones de personas, más allá de sus creencias religiosas o incluso de no tenerlas.
Buenos Aires, 15 de marzo de 2013

El PAPA Francisco viene para disputar consenso social

La Iglesia es parte del poder mundial, y no solo del poder económico. La Iglesia disputa históricamente el consenso de la sociedad. Es una realidad a considerar en tiempos de crisis capitalista, considerada también una crisis de civilización, ya que esta civilización contemporánea está ordenada por el régimen del capital, o sea, por la explotación del hombre por el hombre, por la depredación de la Naturaleza.

Cuando el sistema mundial estaba desafiado por el avance de los pueblos y el socialismo (como forma que intentaba ser alternativa del orden mundial) se abrió camino la teología de la liberación, en abierta confrontación con el poder institucional de una Iglesia retrógrada. Así, la Iglesia de los pobres se mostraba desde el sur del mundo, más precisamente desde Nuestramérica. La Iglesia oficial no podía negar este rumbo que se abría paso entre los curas de base y habilitó un gran debate mundial en el seno de la Iglesia.

Los rumbos de la ofensiva popular tocaban la puerta de la Institución. La respuesta contemporánea de la Institución Iglesia fue acompañando la ofensiva capitalista para recuperar el poder del régimen del capital. Esa ofensiva se materializó en los 80´ contra el socialismo y los pueblos, abriendo el camino al poder reaccionario de los Ratzinger y los Bergoglio.

Hace 40 años que el neoliberlismo se ensayó en nuestros territorios con las dictaduras y el terrorismo de Estado, para luego extenderse por todo el orbe. La Iglesia en la Argentina, salvo honrosas y escasas excepciones acompañaron a la genocida dictadura en ese parto neoliberal, aunque ahora hablen contra la pobreza y la ética.

Un PAPA polaco llegó a la Iglesia para acompañar el principio del fin de la experiencia socialista, aunque se discuta el mismo caracter de aquella experiencia. El capitalismo mundial necesitaba del Este de Europa. Alemania así lo entendió. EEUU también. Sin el este de Europa, aún ya abandonado el proyecto socialista originario, el mundo dejó de ser bipolar y se constituyó el rumbo unipolar del capitalismo, transnacional y neoliberal.

El rumbo unipolar está siendo desafiado por el cambio político en Nuestramérica y el resurgir del socialismo, sea de la mano de la revolución cubana o por los procesos específicos que emergen en algunos países (Venezuela o Bolivia), incluso en variados movimientos políticos, sociales, intelectuales, culturales, en nuestra región.

Con la muerte de Chávez y millones movilizados para constituirse en sujetos por el cumplimiento del legado revolucionario y socialista de Hugo Chávez, la Iglesia lanza al ruedo el símbolo de un Jefe de la Iglesia nacido en el sur y compenetrado con el proyecto del norte.

El PAPA Francisco, argentino, viene a cumplir el proyecto del poder munidal para disputar el consenso de la sociedad, especialmente de los pueblos. No solo se trata de sustentar posiciones contrarias al matrimonio igualitario, o contra el aborto, ampliamente difundidas por el obispo Bergoglio, sino de gestar una conciencia de disciplinamiento hacia el orden contemporáneo, reaccionario, de dominación transnacional.

Nuestramérica es hoy laboratorio del cambio político. La Iglesia institución quiere intervenir en este proceso, y no para empujar esos cambios, sino para frenarlos. La disputa es por las conciencias. Es una batalla de ideas, por el cambio, o por el retroceso. Les preocupa el efecto Chávez en la región. Les preocupa la sucesión política en Venezuela y la capacidad de extender el rumbo socialista. Necesitan disputar el consenso.

Pero, por más intentos institucionales por acompañar la ofensiva del capital contra el trabajo, los trabajadores y los sectores populares, incluida la iglesia de los pobres, el movimiento religioso popular, persiste en la búsqueda por organizar la sociedad del vivir bien (Bolivia), el buen vivir (Ecuador), el socialismo cubano, o la lucha por la emancipación social de gran parte de la sociedad de abajo en Nuestramérica.

El PAPA Francisco viene por lo suyo. Los pueblos debemos continuar nuestra búsqueda y experimentación por una nueva sociedad, por otro mundo posible, ese que se construye en la continua lucha contra la explotación, por la emancipación social, contra el capitalismo y el imperialismo, por el socialismo.