Restricción externa y dependencia capitalista

La noticia sobre el fin de semana señala que desde el BCRA se informó a los importadores que existe una administración rigurosa de las divisas que estos reclaman por sus importaciones, lo que pone en evidencia las restricciones financieras en la provisión de divisas al sector privado, especialmente a los importadores.
El tema es que los importadores reclaman divisas al BCRA para pagar, según dicen, deudas por importaciones estimadas en 2.500 millones de dólares. Muchas de esas importaciones son partes esenciales de la producción industrial local, evidenciando la dependencia de insumos importados de la producción industrial local. Aprovechemos para señalar que no es muy distinto en la producción primaria, ya que salvo la tierra, su fertilidad y condiciones naturales favorables, los insumos y el paquete tecnológico está en manos de grandes empresas transnacionales de la alimentación y la biotecnología.
Al mismo tiempo se presume que los importadores pretenden anticipar compras a un tipo de cambio oficial que consideran conveniente, siempre con relación a las cotizaciones paralelas, que aun en retroceso relativo siguen siendo un 50% superior al cambio oficial. La especulación no solo apunta al precio del dólar, sino a la estimación de la evolución de los precios para el 2015 no muy diferente de los registros del 2014, entre el 24% del INDEC y el 38% de otras mediciones en provincias argentinas.
En definitiva, se trata de una fuerte tensión y disputa entre los capitales importadores y el gobierno en torno a las escasas divisas disponible en el país. La política cambiaria y monetaria del gobierno[1] está orientada a resolver las necesidades financieras del Estado, en momentos en que se reduce el superávit comercial con menor ingreso de divisas. El problema es que el país no fabrica dólares, euros, yuanes u otras monedas, por lo que requiere que sucedan distintas cuestiones. Una remite a la promoción de exportaciones y  sustitución de importaciones; otra a la llegada de inversiones externas; y finalmente al ingreso de capital de préstamos, o sea, más deuda. Hemos explicado que las relaciones con China recorren ese trayecto, y se consolida con el reciente viaje presidencial.
Límites a la industrialización autónoma, no dependiente.
El problema del comercio exterior argentino, con tendencia en progresión declinante de su saldo en los últimos años, está asociado a la inserción subordinada, a la primarización de las exportaciones y la oscilante cotización de los precios internacionales, ahora en baja. Es un proceso liderado por la reducción del precio del petróleo y el resto de las cotizaciones de los productos primarios de exportación de la Argentina, especialmente soja, trigo y maíz. Pero también a la dependencia tecnológica y la dominación del capital industrial transnacional en el aparato productivo local. El aumento de los rindes, del volumen de la cosecha y la extensión de la frontera agrícola no compensa la baja de los precios de los comodities, ni el alza relativa a los insumos importados.
Resta aún precisar, pero el BCRA informa[2] una previsión de una cosecha récord, superior a los 113 millones de toneladas de granos, de los cuales, la soja explica casi 55 millones, el maíz 34 millones y el trigo 12 millones, con 20 millones, 5,6 millones y 4,6 millones de hectáreas sembradas respectivamente. Ello supone un importante ingreso de divisas y al mismo tiempo cuantiosa salida de remesas de utilidades y pagos por royalties y patentes. Junto al agro, destaca la industrialización de la producción agraria, la manufactura de origen agrario, especialmente alimentos, y por eso importa el proceso de industrialización en el país y su proyección en un desarrollo no dependiente.
Revertir el fenómeno requiere de una política industrial no dependiente objetada por la inserción subordinada a la lógica de acumulación de las corporaciones transnacionales. La lógica industrial actual es profundamente dependiente de insumos importados, especialmente energéticos. Mientras más crece la producción industrial, la tendencia al aumento de insumos importados agrava la tendencia al déficit comercial. Es algo que actúa sobre las restricciones externas, o sea, se exacerban las disputas por los escasos dólares u otras monedas extranjeras.
La industrialización no dependiente tiene como principal sentido el abastecimiento del mercado local, que puede ampliarse con acuerdos de articulación productiva regional, extendiendo el concepto de mercado interno al mercado regional. Es un desafío a la planificación del modelo industrial local y a la integración productiva regional, muy lejos de concretarse aun con favorables declaraciones formuladas.
El sujeto económico para otro modelo productivo
El interrogante remite a la posibilidad en el corto y el mediano plazo, lo que supone una importante discusión sobre el sujeto económico para la magnitud del propósito y la potencialidad de la integración regional.
La cuestión remite a la problemática de la burguesía nacional y al papel del Estado en la producción y circulación mercantil. Los intentos por avanzar en proyectos sustentados en la burguesía local solo presentan nuevas o renovadas formas de inserción subordinada en la economía mundial de la transnacionalización, con rédito en la cuenta de las ganancias empresarias. Es algo que pone en duda el carácter nacional de la burguesía y su compromiso con un proyecto propio, independiente y no subordinado al capital transnacional, hegemónico en la economía capitalista actual.
Las empresas exitosas en la cúpula empresarial, de origen local y más antiguas hacen parte del proceso de transnacionalización, sea Arcor, Acindar o Techint, más allá de la radicación de sus casas centrales y la propiedad actual de sus principales accionistas. Otras empresas, más nuevas en la consideración pública, están  asociadas a los contratos estatales y/o a las facilidades que otorgan ámbitos del Estado nacional o provincial.
En las estatales o de gestión estatal, caso emblemático de YPF, el destino está en la asociación con capitales transnacionales, en este caso del petróleo, como Chevron, EXXON o los gigantes de China.
Es que si no es la burguesía, siempre se pensó en el carácter sustitutivo del Estado, como sujeto para liderar el proyecto de independencia. La realidad del Estado empresario en la coyuntura nos devuelve el espejo del accionar burgués subordinado, caso emblemático el acuerdo YPF-CHEVRON.
Es un tema que vuelve a la discusión con el trasfondo de los acuerdos con China y las consideraciones críticas o a favor en diferentes sectores sociales o políticos. Uno de los argumentos es la necesidad de la relación sustentada en la complementariedad entre China y la Argentina, contra la competencia que supone EEUU con el país en el mercado mundial. Claro que esa complementariedad remite a las relaciones entre Inglaterra y la Argentina en los albores del desarrollo capitalista dependiente y hasta los años 20 y 30 del siglo pasado, cuando las relaciones económicas subordinadas cambiaron el eje en Londres por New York o Washington.
La reflexión que sustentamos apunta a discutir la posibilidad de un modelo productivo independiente, que requiere asumirse en la dimensión regional, y es hasta ahora una asignatura pendiente. Convengamos que no hay sujeto económico se no construye el sujeto político del cambio, que al mismo tiempo supone un programa o rumbo del cambio contra el orden del capital, también lejos en la consideración y discusión del sentido común mayoritario, asentado en la lógica individualista, consumista y por la ganancia y la acumulación. La disputa por otro sentido es parte de la lucha de ideas en nuestro tiempo y se procesa en la cotidianeidad de las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales.
Buenos Aires, 8 de febrero de 2015



[1] BCRA. Objetivos y planes respecto del desarrollo de la política monetaria, financiera, crediticia y cambiaria para el año 2015. Diciembre de 2014, en: http://www.bcra.gov.ar/pdfs/polmon/ObjetivosBCRA_2015.pdf
[2] Ib.

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