Política Económica entre 2016 y 2017

Alfonso Prat Gay dijo en su momento, en una conferencia en EE.UU., que el “trabajo sucio” ya estaba hecho. Se refería a las iniciales medidas económicas del gobierno Macri: la devaluación, el levantamiento a las restricciones cambiarias (CEPO), la eliminación o reducción de retenciones a las exportaciones, el arreglo con los acreedores en conflicto con más deuda y el ajuste de tarifas de servicios públicos.
Cuando se despedía, no dudó en hablar de “éxito” de su gestión, pese a la recesión y la inflación, coronado con un anuncio de 90.000 millones de dólares exteriorizados por el blanqueo, que podría llegar a 120.000 millones de dólares hacia fines de marzo cuando se exterioricen los inmuebles no declarados. Hay que pensar en un 10% de la exteriorización como potencial recaudación por multas.
De su propia boca escuchamos al Ministro saliente aludir al trabajo sucio y al éxito de la gestión, toda una confesión, que explicita beneficiarios y perjudicados.
Entre los primeros los grandes productores y exportadores, la gran banca y los especuladores, entre ellos los acreedores externos y nuevos prestamistas de la Argentina, y en general el gran capital hegemónico, pese a la recesión y la inflación. Claro, en materia de precios, son los sectores más concentrados los que explican la escalada de precios. No cualquiera puede incrementar los precios, y si no, veamos cuanto les cuesta a los trabajadores ajustar sus ingresos, ni hablar de los jubilados y los perceptores de planes sociales.
Los perjudicados son la mayoría de la sociedad, la gran masa de trabajadoras y trabajadores y el grueso de los pequeños y medianos productores y empresarios, en general, todos asociados a la capacidad de compra y venta en el mercado interno. Todos los datos de la economía muestran reducción de ventas y producción, por baja de consumo y capacidad adquisitiva de la mayoría de la población.
Nuevos ministros
Nicolás Dujovne se hará cargo del Ministerio de Hacienda desde 2017. Ya anunció en conferencia de prensa sus objetivos concentrados en: a) bajar el déficit, b) aumentar el gasto en infraestructura, c) reducir impuestos, distorsivos dice, y d) comunicar buenas noticias a la sociedad.
El primer objetivo es contradictorio con el segundo, por lo que se supone el nivel de ajuste del gasto social será importante. Dice que no ajustará pero que estudiará a fondo todos los gastos, siempre para reducirlos, no para aumentarlos.
La línea del ajuste queda clara, mientras que los constructores se preparan para intervenir en las licitaciones de obra pública que estuvo frenada durante el 2016 para intentar frenar el déficit fiscal.
El esfuerzo por incrementar obra pública contrasta con la segura reducción del gasto social. Una muestra es el reciente conflicto en el Conicet o en el Ministerio de Educación.
La reforma tributaria suena a beneficios para los empleadores, una pista que surge del calificativo “distorsivo” para los tributos. Lo que se quiere con ese lenguaje es reducir el costo de contratación a los inversores, para mejorar la perspectiva de rentabilidad al capital.
Ni por asomo se piensa en reducir la alícuota del IVA, principal fuente de recaudación tributaria en la Argentina, un 8% del PBI, contra el 6% del impuesto a las ganancias, de los cuales, más del 2% recae en los pagos de la cuarta categoría que abonan unos 2 millones de trabajadoras/es.
Sobre la comunicación a la sociedad, la especulación se asocia a la trayectoria de comunicador liberal del columnista de La Nación y TN.
Convengamos que una cosa es comunicar como analista, de derecha o de izquierda, y otra muy distinta seguir explicando el ajuste y la regresiva reestructuración de la economía argentina en la gestión Macri.
Otra novedad es que el Ministerio se dividió en Hacienda y en Finanzas. En este último caso se ascendió a Luis Caputo de Secretario a Ministro. ¿El mérito? Haber tenido éxito en endeudar al país y hacerlo regresar al mercado de préstamos mundial, algo que se profundizará desde el mismo enero del 2017.
La nueva deuda estimada entre 2016 y 2017 será de 90.000 millones de dólares, una fuerte hipoteca para el conjunto de la sociedad argentina, la que se comunicará como un éxito, ya que supone que el país vuelve a ser sujeto de préstamos del sistema financiero mundial.
Para fundamentar el cambio de Ministros, Macri y sus funcionarios de la Jefatura de Gabinete apuntaron a mejorar el equipo, nunca a promover cambios en la política económica para beneficio social.
Realizado el trabajo sucio, se busca profundizar el ajuste y la regresiva reestructuración a favor de la ganancia.
Claro que para ello tienen que disciplinar al conflicto social. Para eso tienen al Ministro del Interior y al de Trabajo que “dialogan” y pactan con la burocracia política y la sindical respectivamente.
Saben de la tradición combativa del pueblo argentino y por eso se empeñan en controlar el conflicto y si pueden, contenerlo en la fragmentación que hace visible la protesta en la actualidad.
Nueva situación mundial
El marco internacional continua desfavorable para la aspiración de atraer inversores.
La situación mundial privilegia la orientación de capitales hacia los países capitalistas desarrollados, especialmente EE.UU.
Luego del 20 de enero, con Danald Trump en Washington y su política de recuperación de la economía estadounidense, lo previsible será que la potencia imperialista actúe como una aspiradora de fondos de inversión de todo el mundo.
Sin contar, claro, que el mapa de la geopolítica cambiará en nuevas disputas entre los principales países del sistema mundial. Además de EE.UU., habrá que contar a Europa, China y Rusia que no solo disputan destino de inversores, sino condiciones de beneficio de sus políticas nacionales.
El papel de Argentina es subordinado en esta ecuación global, y a no dudar, el destino seguirá profundizando la dependencia del capitalismo local en el sistema mundial.

Buenos Aires, 31 de diciembre de 2016

Primerear para negociar como mecanismo del ajuste

Muchos hablan de empate en las negociaciones que encara el gobierno Macri con variados opositores, sin embargo, lo que se consolida es el ajuste.
Algo así como dos pasos adelante y uno atrás. Lo que queda es la intención originaria amenguada, pero ajuste al fin.
Impuesto a las ganancias
Un caso es el de la reforma de ganancias. La ley aprobada no es la que quería el gobierno con su proyecto de mínima (escasa actualización del mínimo no imponible y las escalas) enviado al Congreso, pero tampoco el que obtuvo media sanción en la Cámara de diputados, promovido por la alianza del arco opositor que solo excluyó a la izquierda en el Parlamento.
Finalmente, en acuerdo con la CGT, los gobernadores empujaron a los representantes de las Provincias a sumarse al nuevo proyecto, incluidos algunos referentes del kirchnerismo.
Se habló de empate, aun cuando la realidad es que el salario continúa siendo gravado como si fuera una ganancia, más allá de la denominación del impuesto.
La nueva ley no incluye la tributación a la renta financiera, excluye la reinstalación de las retenciones a las mineras y mantiene el carácter regresivo del sistema impositivo en la Argentina.
El IVA sigue siendo el estandarte de la recaudación tributaria y los de abajo financian el gasto del Estado capitalista.
Recorte en el CONICET
Otro caso remite al conflicto propiciado por los becarios del CONICET.
Por razones presupuestarias se dejaba afuera de la contratación a la mitad de los  postulantes “recomendados”, casi 500. Estos reunían las exigentes condiciones de incorporación al sistema de ciencia y técnica.
La masiva protesta y creciente adhesión social a la demanda de los jóvenes científicos motivó el acuerdo a la propuesta de incluir hasta diciembre del 2017 a los “recomendados y no seleccionados” y discutir durante el año su reubicación en otros organismos de Ciencia y Tecnología, en las universidades o en empresas.
La dura medida inicial fue revertida vía negociación, aun cuando el achique del Conicet se pospone para la discusión durante el próximo año. Eso es lo que promovió el descontento en el interior, caso de Rosario.
Algunos hablaron de empate, pero el ajuste como proyecto en el área científica se mantiene e incluso se avanza en la privatización con la relocalización de los investigadores.
Más ajuste y control del conflicto
La salida de Isela Costantini de Aerolíneas Argentinas anima el mismo sentido del perpetuo ajuste.
No alcanzó con los retiros voluntarios y el achique del gasto, por lo que se designa a un ajustador convencido.
El objetivo apunta a disciplinar la estructura de personal y facilitar el ingreso de la competencia privada y extranjera de las rutas locales y hacia el exterior que monopoliza Aerolíneas.
En los tres casos que mencionamos se procesa la línea del ajuste fiscal intentando eliminar el conflicto explícito. Por eso la negociación privilegiada con el sindicalismo tradicional en el caso del impuesto a las ganancias; o la postergación por un año con promesas de relocalización de trabajadores científicos.
Algo que no terminó de satisfacer a todos los movilizados, pero cuya condición era el levantamiento de la toma del Polo Tecnológico, sede del Ministerio habitado en continuado por Lino Barañao, el titular designado por Cristina Fernández a comienzo de su primer mandato y seleccionado en el gabinete de Macri.
No solo es ajuste, sino al mismo tiempo búsqueda de consenso entre la oposición que disputa la gestión, junto a procesos de negociación con las mediaciones burocráticas capaces de contener el conflicto social.
La exclusión de las CTAs y otras organizaciones sociales de trabajadores en estas negociaciones queda clara para el objetivo del gobierno Macri. Se trata de suplir la debilidad parlamentaria y nula presencia en el movimiento social con conversaciones y concesiones que hagan viable el ajuste fiscal.
Reestructuración regresiva
Así, la táctica parece ser golpear primero, negociar después y promover una imagen de empate que esconde el logro de redistribución regresiva de los recursos fiscales.
No todo es ajuste, sino que el propósito apunta a consolidar la reestructuración regresiva del orden económico y social, por lo que sigue en perspectiva la reforma laboral y previsional.
Esta última sugerida desde el FMI con elevación de la edad jubilatoria y concentración de las actualizaciones de ingresos a una vez al año. Es parte de la ofensiva del capital contra el trabajo para reducir el costo de producción y mejorar la tasa de ganancia en tiempos de dificultades.
Desde el INDEC[1] se confirma el cuadro de una profunda recesión, con un -2,4% de evolución económica entre enero y septiembre, con un registro de -8,3% en la inversión, denotando problemas esenciales del orden capitalista local.
Se acaba de anunciar un próximo aumento de las naftas para enero y la continuidad de elevadas tasas de interés, lo que confirma una expectativa de inflación superior a lo imaginado en el Presupuesto 2017.
La revolución es un sueño eterno
La recesión y la inflación son condiciones para el descontento que puede motorizar el conflicto, por lo que para el gobierno Macri, controlar la conflictividad es un objetivo político estratégico.
Obturar esa posibilidad es un desafío para construir alternativa popular con la posibilidad de ir más allá de la gestión y reforma del orden vigente.
Desde esa concepción es que nos animamos a coincidir con el reciente desaparecido Andrés Rivera, sobre que “la revolución es un sueño eterno”.
Buenos Aires, 24 de diciembre de 2016



[1] INDEC. Informe de avance del nivel de actividad. Buenos Aires, 22 de diciembre de 2016, en: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/pib_12_16.pdf

Ingresos populares en deterioro

Continúa la discusión sobre el impuesto a las ganancias, especialmente en lo relativo a la cuarta categoría que recae sobre los trabajadores, mientras la situación económica se deteriora para la mayoría de la población.
Para los sectores más concentrados, el año cierra con un balance positivo, aun cuando siguen demandando al gobierno mejores condiciones de política económica para acrecentar su toma de ganancias.
Según el INDEC, la inflación de la zona metropolitana en el mes de noviembre alcanza una variación de 1,6% con relación al mes anterior, siendo del 1,9% para alimentos y bebidas, el principal rubro de interés para los sectores sociales de menores ingresos.
El titular del INDEC señala que hay que tener paciencia y que no resulta sencillo bajar la inflación, especialmente de alimentos y por ajustes de tarifas de servicios públicos, las que seguirán creciendo en el futuro mediato.
El impuesto a las ganancias se discute políticamente entre el proyecto del gobierno y el de la oposición parlamentaria que tiene media sanción en la Cámara de Diputados.
La cuestión pasa por cuanto déficit fiscal puede soportar el Estado y no por criterios de progresividad tributaria y atención de las necesidades sociales. Es una discusión evitada cuando se eliminaron las retenciones a las exportaciones con un efecto fiscal evidente.
Las negociaciones involucran a la cúpula de la CGT y excluye a las otras centrales sindicales, con importantes desconformidades en el campo sindical y entre los trabajadores. Eso explica las próximas medidas de paro declaradas desde los sindicatos del transporte.
Entre la inflación creciente y las quitas por ganancias, los ingresos populares se diluyen y afectan las condiciones materiales para la reproducción de la vida cotidiana. Aun cuando las ganancias afectan a los salarios más altos, establece límites a la mejora de los menores ingresos de una abultada mayoría social.
Elecciones en puerta, tasas internacionales y deuda en alza
Todo remite a la especulación política del año electoral que se avecina y las necesidades de la población se negocian según las cuotas de poder de los involucrados en las idas y vueltas de un acuerdo que no terminará de satisfacer a los principales perjudicados: las/os trabajadoras/es y sus familias.
Resulta imprescindible una discusión a fondo del régimen tributario, que culmine con una reforma impositiva que resuelva progresividad en el ingreso fiscal para el financiamiento del Estado.
Claro que tendrá que acompañarse de otras medidas, porque derivado de políticas externas, el gasto público se expande como consecuencia de la suba de tasas de interés definidas en EEUU.
Especial impacto tiene en el incremento de los pagos exigidos por el elevado endeudamiento público promovido en la Gestión Macri.
A septiembre del 2016 la deuda pública supera los 264.600 millones de dólares; 10.600 millones más que a diciembre del 2015, aun con la merma que supuso la cancelación con acreedores en conflicto. Aun así, todavía existen 8.775 millones de dólares de acreedores que no ingresaron a los canjes de deuda, una rémora del 2001.
El ajuste lo pagan los de abajo
Los ingresos populares bajan por la inflación y no actualización de salarios, jubilaciones, pensiones y planes sociales, sino también por mayores compromisos fiscales que afectan el gasto público social.
Con la recesión y la inflación se procesa un ajuste que castiga a la mayoría de la sociedad, al tiempo que se generan condiciones de demanda de las clases dominantes para nuevos y recurrentes ajustes del gasto público, que son acompañados de nuevas adecuaciones del tipo de cambio, que por ahora se expresan en subas del dólar paralelo, como antesala de nuevas devaluaciones.
El año cierra con descontentos variados y una conflictividad diversa, que la iniciativa gubernamental y de la política tradicional ha podido contener en una demanda que venía creciendo por un paro general.
Todas las condiciones sociales, económicas y políticas están dadas para la extensión de ese conflicto social en el marco de los 15 años de la crisis del 2001 que se cumplen el próximo 19 y 20 de diciembre.

Buenos Aires, 17 de diciembre de 2016

Macri cumplió un año de gobierno en Argentina

Los datos económicos y sociales del 2016 son claros y manifiestan una brutal transferencia de ingresos desde la mayoría de la población con bajos ingresos hacia un núcleo muy concentrado del poder económico.
Es el resultado buscado, con pérdida de poder adquisitivo de quienes perciben ingresos fijos, activos y pasivos, trabajadores regulares e irregulares, con o sin seguridad social. En el otro ángulo ganancias acrecidas por efecto de la devaluación, quita o eliminación de retenciones a las exportaciones, cancelaciones de deuda pública y aumento de las tarifas de servicios públicos privatizados.
Son beneficiados de la política económica los grandes productores y exportadores, del agro, la minería y la industria; los acreedores externos, la banca transnacional, la especulación financiera y las transnacionales que dominan la producción y los servicios en la Argentina. Los perjudicados son la inmensa mayoría de la sociedad.
Así se consolida un orden económico sin lugar para el desarrollo de un mercado interno ampliado, con un amplio abanico social condenado a la pobreza y a la subsistencia, incluida la opción que ofrece el delito para la supervivencia, e incluso la incorporación al mercado de consumo.
En este mapa son variadas las economías regionales en problemas, o los sectores económicos sociales pequeños y medianos de la economía que pierden función, textiles, calzado, juguetes, talleres sidero metalúrgicos, entre muchos otros, y que solo sobreviven en la marginalidad y la ilegalidad. La situación irregular de trabajadores y pequeños empresarios se transforma en un hecho estructural.
Déficit fiscal
Todo el combo de política económica derivo en mayor déficit fiscal para el Estado nacional, argumento oficial para incumplir la promesa de campaña electoral de Macri para eliminar el impuesto a las ganancias a los trabajadores, un sinsentido en sus términos: el salario no es ganancia.
Ante la maniobra de la oposición parlamentaria, que dio media sanción a un proyecto de modificación al impuesto a las ganancias (que no agrada al oficialismo y genera menores ingresos para el Estado) puede el macrismo obstaculizar el proyecto cuando se trate en el Senado, o directamente vetarlo.
Lo real es que bajo cualquier opción, el oficialismo cargará con el costo político del veto o el desfinanciamiento estatal con restricción para la negociación con las provincias, especialmente los gobernadores, también afectados por la disminución de ingresos estatales.
El veto presidencial puede disparar el conflicto sindical, de las organizaciones de mayor convocatoria a la hora de un Paro Nacional.
Hasta ahora, la pulseada con el sindicalismo tradicional la venía ganando el gobierno que postergó vía negociaciones el Paro Nacional, invocado por las CTAs y otras organizaciones sindicales y activos de trabajadoras y trabajadores en conflicto.
Desde el punto de vista económico, el déficit se financia con nuevo y mayor endeudamiento público, lo que augura nuevas crisis de la deuda en el mediano plazo y recrea compromisos de cancelación de intereses y capital a costa de otros rubros de los presupuestos y el gasto público social.
Es un problema agravado con la suba internacional de las tasas de interés y la valorización del dólar, todas consecuencias posteriores a la elección de Donald Trump en EEUU.
Los nuevos tiempos de la política mundial potencian la dependencia del capitalismo local a la lógica de la ganancia que imponen las transnacionales y la política económica de las principales potencias del mundo.
Expectativa por el desembarco de los inversores externos
El 2017, año de renovación parcial del Parlamento se pone en juego la capacidad política del gobierno Macri para hacer posible la finalización del mandato y optar por un nuevo periodo. Se trata de un propósito por el que disputan otros proyectos políticos que se ofrecen como mejores gestores del gobierno de la Argentina.
La clave está en la gestión del conflicto social. Unos en el gobierno esperan contenerlo, aun a costa del mayor gasto público, algo que a los más ortodoxos en el gobierno no les suena nada bien, caso del elenco directivo en el BCRA. Otros, desde la oposición estimulan la amenaza del conflicto y proponen perspectivas de distribución del ingreso de difícil materialización sin cambiar sustancialmente el modelo productivo y de desarrollo.  
Macri dijo que iba a cambiar la lógica económica del periodo anterior y solo agravó las consecuencias sociales. Otros reivindican los primeros 4 años de la experiencia kirchnerista e imaginan la posibilidad de un capitalismo nacional con distribución progresiva del ingreso, por lo que no dudan en hacer alianzas con el macrismo o el kirchnerismo, según sean las circunstancias. Con el macrismo para cancelar deuda, por ejemplo, y con el kirchnerismo para modificar el impuesto a las ganancias, in-modificado en los años previos, incluso con mayoría parlamentaria.
No resultará sencillo cumplir con esas aspiraciones de control del conflicto social, ya que el deterioro de los ingresos populares genera descontento, base de la protesta y organización popular. Pero, al mismo tiempo, el imaginario de un capitalismo con mayor distribución del ingreso sosteniendo la primarización exportadora actual confronta con la posibilidad de un capitalismo redistributivo, amén de no conciliar con la lógica de los inversores. Es lo que ocurrió en estos últimos años, con extensión de la producción de soja para la exportación, ídem la minería y los hidrocarburos.
Bajar el costo laboral como propósito
En este sentido, todos, en el gobierno y en la oposición sistémica, aspiran a una recuperación de la economía vía inversiones externas. Por su parte, los inversores exigen cambios en las reglas del juego económico, es decir, seguridad jurídica para sus inversiones. Eso requiere profundizar el cambio regresivo en la relación entre el capital y el trabajo, con mayor precarización y control de la respuesta y el conflicto sindical y social.
Las inversiones no llegaron aun a la Argentina porque se requiere seguridad de recupero de la inversión, con una rentabilidad adecuada a las condiciones de funcionamiento en crisis del sistema mundial del capitalismo. Hay que bajar el costo salarial pregonan.
Argumentan que solo 8 millones de población económicamente activa del sector privado en la producción y los servicios sostienen una política de empleo público, la seguridad social y la previsión que involucra en su conjunto a 20 millones de personas.
Claman por terminar con esa situación, alivianando impuestos al sector privado para hacer atractiva a la Argentina para los inversores.
Por eso, la llave está en la gestión del conflicto para hacer sustentable el orden capitalista. Pero también, el conflicto puede desatar la disputa por otro modelo productivo y de desarrollo modificando la agenda de la discusión, donde ya no talle la ganancia sino la satisfacción de las necesidades de la sociedad.
Vale discutir quien produce y cómo, pero también cual es la apropiación de ese producto social, cuales son las normas de la organización del trabajo, la extensión de la jornada, los beneficios sociales y la inserción de la economía local en el sistema mundial, empezando por nuevas y fraternales relaciones con los países vecinos, algo que suena contradictorio con las recientes sanciones a Venezuela en el Mercosur.

Buenos Aires, 10 diciembre de 2016

Fidel Castro y su aporte a la transición

No es tiempo de llanto, sino de reflexión sobre los innumerables aportes de Fidel Castro en la lucha contra el capitalismo y por construir la nueva sociedad.
Ahora lo recuerdo sentado en la primera fila durante horas en el Palacio de las Convenciones de La Habana, durante buena parte de los Encuentros Internacionales de Economistas por la Globalización y los Problemas del Desarrollo, que a instancias del comandante organizaba la ANEC por una década, al final del siglo pasado y comienzos del Siglo XXI.[1]
Eran tiempos de ofensiva capitalista, de “periodo especial” en Cuba desde 1989/91, caída del Muro de Berlín y desarticulación de la URSS, con bloqueo estadounidense exacerbado y las clases dominantes del capitalismo mundial a la espera de la debacle cubana. Fidel, no solo dirigía la economía y la política local en difíciles condiciones, sino que convocó al mundo a debatir los problemas de la economía mundial, la “globalización y el desarrollo”.
Cuando Fidel convocaba al mundo, era precisamente eso, a todo el mundo, y así, innumerables premios NOBEL se hicieron presentes, la mayoría de la corriente principal 8reaccionaria) y los que no, apenas críticos del pensamiento hegemónico. Pero también funcionarios del FMI y el Banco Mundial tenían su posibilidad de opinar y discutir. Dirigentes del mayor arco político imaginable, de izquierda a derecha, discutían posiciones y propuestas sobre el orden.
Dos anécdotas al respecto. Una remite al cruce entre John Williamson y algunos economistas marxistas de Nuestra América. El debate era interesante, ya que el autor del artículo sobre el Consenso de Washington debatía desde la crítica a los gobiernos de la región, que no había aplicado las medidas sugeridas en su totalidad. Igual, su crítica involucraba a las versiones más inhumanas de esa ofensiva capitalista. Solo en territorio cubano era posible ese debate, entre los que se consideraba la “receta de época” para las clases dominantes e intelectuales marxistas desconocidos por la prensa hegemónica en sus países. La otra nos lleva a un debate sobre un infoeme del Banco Mundial sobre las ineficiencias de los servicios en América Latina y el Caribe, “excepto Cuba” sostenían los funcionarios del organismo internacional. Tanto elogio a la salud y la educación cubano terminó con un frase de los co-panelistas, intelectuales marxistas, en el sentido “si tanto elogio hay para Cuba, lo que el Banco Mundial debe recomendar a la región es hacer lo que hicieron los cubanos: la revolución”.
Fui protagonista de esas situaciones, con Fidel como público, inmutable, sin sobre actuación, midiendo la compulsa entre derecha e izquierda, haciendo circular la palabra como no circula en ningún ámbito de la relaciones internacionales, de igual a igual, los multi-premiados intelectuales orgánicos del capital y los ignotos estudiosos críticos del orden capitalista. Solo la Cuba inspirada en las enseñanzas de Fidel podía generar espacios de esa naturaleza.
Fidel no esperaba el fin de la historia, construía su historia, y en las difíciles condiciones de su tiempo, convocó a diferentes expresiones del pensamiento para intercambiar, compartir y asumir las mejores decisiones para su pueblo y la perspectiva de la revolución.
Búsqueda por construir el socialismo
Fidel tomaba notas en esos cónclaves, y a veces preguntaba, y repreguntaba, también discutía, con respeto y una autoridad enorme.  Le preocupaba Cuba, Nuestramérica y el mundo. Era ciudadano y revolucionario del mundo. Reconocía el subdesarrollo cubano y de la mayoría de nuestros países. Argumentaba que era una realidad derivada del desarrollo capitalista. Los problemas del desarrollo y el subdesarrollo solo podían superarse desde el anticapitalismo, búsqueda frenética de la experiencia cubana desde enero de 1959.
Insistiré en lo de búsqueda, ya que allá por el 2011 argumentando sobre el cambio del modelo económico cubano sin resignar el objetivo socialista, nos ilustraba sobre la ausencia de la existencia de un modelo de desarrollo por el socialismo. Toda su vida estuvo asociada a la construcción de una nueva sociedad, contra la explotación del hombre por el hombre y la depredación de la naturaleza.
La única certeza sostenida era la búsqueda de la organización socialista para nuestra civilización, y los caminos eran múltiples. Recuerdo en una de sus impresionantes alocuciones, en la ocasión fueron seis horas y media, remitirse a la experiencia del igualitarismo como objetivo de política económica desde el comienzo de la revolución. No hay país más igualitario que Cuba, decía.
Nosotros celebrábamos la imagen. Era lo que pretendíamos cuando nos acercamos a cualquier concepción de lucha por el socialismo y el comunismo. Corría el año 2004 y disfrutábamos la aseveración, con orgullo del logro obtenido, y para sorpresa, empezó a desgranar la autocrítica de esa concepción.
Sostenía Fidel que una combinación de factores afectaba la promoción de la producción y la suficiente materialidad para realizar la distribución socialista. Con ello estableció la necesidad de cambios en el funcionamiento de la economía cubana, bajo las nuevas condiciones del orden mundial derivado de la ruptura de la bipolaridad entre socialismo y capitalismo, lo que suponía enormes y nuevos problemas locales. Fue algo anticipado a los cambios en la economía que empezaron a sustentarse desde el 2011, y que ahora se despliegan con precisiones conceptuales y políticas en un plan hacia el 2030.
Sorprendía a propios y extraños. No había apología en sus reflexiones, sí análisis de la realidad y siempre, propuestas para intentar superar los problemas. Para intentar, ya que no había problemas en asumir al proceso revolucionario en Cuba como una experiencia sujeta a discusión y superación para aportar a la transición del capitalismo al socialismo.
El protagonismo en la gestión y construcción del socialismo
La obra de Fidel es gigantesca. Hace poco volví a leer sus intervenciones al movimiento sindical cubano al comienzo de la revolución. Comparaba esos discursos con otros más recientes, también dirigidos a los trabajadores y trabajadoras de Cuba. Sus contenidos tenían el mismo sentido. Su preocupación se asocia al papel consciente del trabajador en la construcción de la nueva sociedad.
Sin consciencia por lo nuevo no se supera al capitalismo. Es una prédica consecuente contra la burocratización, problema de la experiencia socialista desde la emergencia de la revolución rusa hace casi un siglo. Es la misma tradición del mensaje contra la burocracia de Lenin, o del Che en sus tiempos de funcionario público de la revolución, sobre estímulos voluntarios o materiales, sobre trabajo voluntario y la solidaridad, sobre la creación del hombre nuevo.
Mucho se discute sobre las alternativas económicas, como si solo fuera materialidad producto de cosas e interrelaciones entre ellas. Recuerdo ahora la batalla de ideas desplegada por Fidel para el ahorro de energía en toda la isla. Fue una gigantesca batalla de ideas para cambiar los “bombillos” en todos los ámbitos. Se trataba de una campaña ideológica, de argumentación para construir subjetividad y con ello el logro de la transformación en el consumo eléctrico. Algo similar percibí en la campaña contra la sustracción de combustibles, en los que involucró gigantescas brigadas integradas por jóvenes.
No hay transformación económica sin participación popular en la gestión del proceso de cambio. Quizá lo cooperativo nos ayude a comprender. Solo la vulgarización del marxismo, del que renegaba el propio Carlos Marx, trajo el desprestigio de las formas asociativas, mutualistas o cooperativistas de la auto-gestión obrera. Cuba no estuvo exenta y de la mano de Fidel vino la crítica a esa errónea concepción y se generalizó la experimentación cooperativa y asociativa más allá del ámbito rural. Es claro que ello suscita nuevos problemas, entre otros, derivada de la diferenciación de ingresos entre los trabajadores en cooperativas y los demás, pero constituyen nuevos desafíos en la construcción consciente del socialismo.
El legado de Fidel
La invariante en Fidel fue la búsqueda por construir una nueva sociedad sin explotación del hombre por el hombre, cuidando los bienes comunes que el orden capitalista destruye.
Ese es nuestro legado, el de seguir ese camino. La preocupación es la superación del capitalismo, la transición de esta sociedad a la nueva, el socialismo y el comunismo.
Fidel se entusiasmó con los procesos de cambio político en Nuestra américa y desde la experiencia cubana pudo recrearse la lucha por el socialismo. Desde Venezuela se propuso el Socialismo del Siglo XXI y desde Bolivia se formuló la perspectiva del Socialismo Comunitario. Todos ellos y otros intentaron la integración alternativa desde el ALBA-TCP, lo que sigue siendo una asignatura pendiente.
Qué curioso, hacia fines del siglo XX parecía que era realidad el fin de la historia y el triunfo del capitalismo sobre el intento socialista. El Siglo XXI amaneció con la esperanza de la revolución y el socialismo desde Nuestramérica, el territorio que denominó Martí y en el cuál Mariátegui imaginó el horizonte socialista. Fidel lideró el proceso real de revolucionar la realidad y se le animó en las barbas del poderoso imperialismo estadounidense. Allí empezó una historia del presente, que sigue viva con la luz que dejó su líder, cuyo objetivo sigue siendo la construcción de la nueva sociedad.
No se trata de economía o de política, es una integralidad cultural, de creación de seres humanos y por eso Fidel se preocupaba por la economía, por la política, por la cultura, por la revolución.
Por eso no lloro, o si, lloro y recuerdo el ejemplo del luchador incansable, que supo dar el paso al costado hace una década, pero no para dejar sus responsabilidades, sino para seguir aportando desde el pensamiento crítico a la transición del capitalismo al socialismo.
Buenos Aires, 26 de noviembre de 2016

A propósito de Cuba

Habitualmente me solicitan opiniones sobre Cuba. Es una tarea compleja, porque requiere muchas explicaciones. El que interroga al respecto, tiene en general opinión, favorable o crítica, lo que dificulta cualquier consideración en uno u otro sentido. No se puede ser indiferente sobre el proceso y experiencia cubana.
Hace pocos días en un curso de posgrado realizado en la Argentina, los participantes discutían un texto elaborado por un autor cubano, relativo al desarrollo científico y tecnológico, como consideración global y relativa a especificidades cubanas en ese aspecto. Fue interesante y notorio cuando uno de los comentaristas expresó (no textualmente) “me gusta la opinión, pero no acuerdo en el sesgo pro cubano del autor”, que generalizó la hilaridad del curso y la reflexión sobre “me gusta, pero tengo pre concepto porque viene de Cuba”.
Cuba genera pre conceptos y el mío es favorable, de acompañamiento del proceso revolucionario. Es para mí la más interesante experiencia de transición del capitalismo al socialismo. Si se quiere, la transición al socialismo es una categoría escasamente explorada y que remite a la práctica social abortada en Europa del Este, y recuperada en los recientes debates por el socialismo en Nuestramérica: primero en Cuba, pero también el socialismo del siglo XXI, el socialismo comunitario, e incluso ciertas lecturas sobre el vivir bien o el buen vivir. No dejo de señalar que también suscita debate el proceso en China y su economía de mercado socialista, o la modernización vietnamita en curso, inspirada en la dinámica económica y social del gigante asiático. Tanto en Vietnam como en China, con Partidos Comunistas en el gobierno.
Para el caso cubano, prontos a cumplir 58 años de experiencia, las vicisitudes históricas son interesantes. En un recorrido histórico subjetivo se cuenta el triunfo de la revolución, devenida socialista ante la invasión de EEUU (1961) que legó el indignante bloqueo que todavía sobrevive, aun cuando por primera vez, días pasados Washington se abstuvo en la mayoritaria demanda por el levantamiento del bloqueo votada en Naciones Unidas. El acercamiento estadounidense-cubano no llega al levantamiento del bloqueo, pero no es menor que el bloqueador se abstenga en tan delicado asunto. Son signos de la época en el restablecimiento de relaciones diplomáticas que el triunfo de Donald Trump pone en duda.
Transición socialista
El temprano pronunciamiento por el socialismo se asoció más al contexto que a una decisión largamente asumida por la sociedad cubana. Es coincidente con ese fenómeno la inserción cubana en la lógica de la construcción del socialismo en Europa del Este, innovación tecnológica y científica mediante, lo que supuso no solo cambio técnico, sino profesional y de gestión, con problemas para adecuarse a las nuevas condiciones de evolución de esa sociedad.
Conviene reparar en que el proceso se reiteró tres décadas después, ante la desarticulación de la URSS y el socialismo real en Europa del Este. Es un proceso único, donde se puede dar cuenta de dos renovaciones tecno-científicas en 30 años: hacia 1960 y 1990. En este último caso, bajo el signo de la “escases”, denominado periodo especial, a lo que debe sumarse el bloqueo estadounidense.
Los logros cubanos son conocidos en materia educativa y de salud. La masividad de acceso al derecho a la educación y a la salud constituye símbolo emblemático de Cuba en el mundo.
Aun en los peores momentos de limitaciones del periodo especial, el presupuesto correspondiente se sostuvo y además, no como objetivo buscado, la solidaridad en ambos aspectos se constituyó en inesperada fuente de ingresos para el Estado y su población.
Asociado a ello y con la universalización de los estudios superiores, Cuba pudo desarrollar no solo una población con elevado nivel de formación, sino ventajas relativas en desarrollos económicos asociados a la revolución científica. Es el caso de vacunas y procesos médicos de alto prestigio y eficacia mundial, aun restringidos en su circulación comercial por la dominación mercantil de las transnacionales de la medicina, la biotecnología y los laboratorios en general.
Son logros generalmente reconocidos pero escasamente valorados por visitantes turísticos o a los múltiples encuentros profesionales o científicos que se desarrollan en territorio cubano. Ocurre que el visitante medianamente conocedor del proceso cubano transita su estada como turista más que como observador de los alcances y límites de un proceso de transición del capitalismo al socialismo. Más que pensar en la distribución social de una producción limitada, analiza con los valores y parámetros de sectores sociales con relativa capacidad de ingresos que favorecen el consumo de una canasta diversa de bienes y servicios provista por el mercado en los países capitalistas.
Cuba no debe observarse con principios de la lógica de una sociedad capitalista. En los países capitalistas, el consumo no es para toda la población y la brecha de inequidad suele ser importante. Los pobres del mundo no suelen ser los visitantes turísticos de la isla, impedidos por las condiciones de ingreso y vida en sus países. A su vez, el socialismo continua siendo una asignatura pendiente de la humanidad, no solo en Cuba, con lo que no existe manual para su despliegue y éxito.
La lógica inicial de la revolución cubana, su proceso de transición socialista, apunto al igualitarismo, que comenzó a desandarse bajo las nuevas condiciones de la construcción social cubana a la salida del periodo especial. Más precisamente, con los cambios gestados de los lineamientos de política económica discutidos desde 2011, y ahora recreados para el futuro entre 2016 y 2021. No se cambia el objetivo socialista, pero si las formas de la organización de la producción y circulación de bienes y servicios.
¿Qué se pretende resolver bajo la nueva política económica desde la premisa de continuar construyendo el socialismo?
En principio se apunta a complementar la satisfacción de las necesidades sociales con una política económica planificada por el Estado y una ampliación contenida de las relaciones mercantiles. Se avanza en ese marco, no sin dificultades en un proceso de reforma estatal, lo que supone bajar la dotación del empleo estatal, jerarquizando los ingresos y la prestación de los servicios y bienes ofrecidos y producidos por el Estado.
Entre los principales problemas se encuentra el de la alimentación, con predominio de la importación de alimentos. La alimentación es uno de los aspectos claves para asegurar soberanía y asociado al asunto está el estímulo a la producción en el campo, en un territorio altamente urbano, característica compartida con la mayoría de los países en Nuestramérica. Claro que el límite de la tecnología, las finanzas y los mecanismos de gestión ralentizan un proceso de mayor dinámica en el estímulo a la producción agraria.
Los cambios económicos generan nuevos problemas sociales, especialmente derivados de la emergencia del interés particular en el proceso de trabajo y de producción, mediado por divergencias de ingresos e estímulos para su obtención.
El privilegio al aumento de ingresos supera crecientemente las motivaciones colectivas de un desarrollo alternativo, de corte socialista, lo que supone debates y tensiones en organismos del poder estatal y organizaciones sociales comprometidas con el proceso de transición al socialismo. El establecimiento de una cultura de la imposición fiscal no resulta sencillo, pese a contrarrestar la tendencia a la apropiación privada del producto social del trabajo.
Ni la situación interna, ni el contexto mundial favorecen la cotidianeidad de superación del orden capitalista desde la base material del subdesarrollo y el atraso de variados países del Sur del mundo, más aún si lo que se pretende es una política contra el capitalismo y por el socialismo.
La política económica cubana es formulada sistemáticamente para la transición del capitalismo al socialismo y por eso la alfabetización temprana, el esfuerzo en la salud y la promoción de la medicina, el igualitarismo y el fuerte papel del Estado y la planificación. Un nuevo papel orientado hacia formas cooperativas y colectivas de producción relativizan en determinadas áreas el papel estatal, vigente en sectores estratégicos, especialmente en la orientación del proceso económico, político, social y cultural.
Nuevos horizontes y desafíos
Los cambios económicos son visibles en Cuba, con mayor abastecimiento y diversificación, pese a las limitaciones para resolver el conjunto de necesidades sociales. El levantamiento de prohibiciones históricas relativas a la compraventa de viviendas, automotores; al uso de hoteles, viajes y difusión de las comunicaciones y accesos a internet, aun con límites, al tiempo que estimula el consumo habilita el debate sobre el consumismo y la capacidad de abastecer colectivamente las necesidades sociales de consumo.
No se visibiliza en el debate cotidiano un conjunto de decisiones públicas, escritas pero no necesariamente integradas a la cotidianeidad, caso de la inserción financiera de Cuba en el sistema mundial. Es un tema de importancia en el ámbito del planeamiento para superar la situación de doble moneda y sus distorsiones en la política de precios y de ingresos.
Cuba no es un país capitalista y construyó otros valores y principios, pero tras décadas de dificultades y vicisitudes, con la generación de la revolución en el último mandato de gestión, se apresta a continuar con su proyecto socialista. Vale pensar que lo hace en un momento de incertidumbre global acrecida con el triunfo de Trump en EEUU y cierto retorno de proyectos conservadores y de derecha que en la región modifican la tendencia que recorría América Latina desde comienzos del Siglo XXI.
La transición al socialismo sigue siendo experiencia en Cuba. Es un laboratorio necesario para la aspiración de quienes luchamos en otros territorios para superar al capitalismo y sus regresivas consecuencias sobre los pueblos. Hacia 1959 emergía la ilusión de la liberación y el socialismo en Nuestra América. Desde entonces, Cuba es faro para la región y expectativa a escala mundial por la proyección de una pequeña isla con sueños de gigantes para hacer realidad la perspectiva socialista.

Buenos Aires, 17 de noviembre de 2016

Preocupa la economía en la Argentina: sin inversión, con bajo consumo y saldo negativo del comercio internacional

La realidad de la economía mundial es preocupante, ya que la desaceleración económica puede evolucionar hacia la recesión y el estancamiento. Es una situación que impacta regional y localmente con graves consecuencias para los sectores menos favorecidos, especialmente los trabajadores y sus familias. La valorización del dólar luego del triunfo Trump agrava la tendencia a la baja de los precios internacionales de exportación de nuestros países.
El informe conjunto de la CEPAL/OIT[1] de octubre pasado señala que se vive una “crisis en cámara lenta en los mercados laborales”, identificando un significativo crecimiento de la tasa de desempleo regional del 7,4% en 2015 a un 8,6% para el primer semestre en ambos. Ya no existe la situación fiscal que generaban los precios internacionales, las políticas de distribución del ingreso, o la masividad de una política social compensatoria. El cuadro es de incertidumbre.
Sin expectativas diferenciadas para el segundo semestre del 2016, el énfasis del informe de CEPAL/OIT se establece en las dificultades de las economías de los países sudamericanos, principalmente Brasil, el de mayor peso relativo. Queda claro que el impacto de los problemas económicos se traslada a la mayoría trabajadora de la región,
Por casa como andamos
La situación económica de la Argentina no es muy diferente, con cifras oficiales del Estimador Mensual de Actividad Económica de septiembre de 2016. Allí se informa de una variación negativa de 3,7% con relación al mismo período del año anterior, y un acumulado anual  negativo del 2,4%[2],
Esa desaceleración, agravada con recesión productiva en el sector manufacturero y de la construcción está acentuada con el déficit comercial, ya que el INDEC informa que en el mes de octubre de 2016 las exportaciones alcanzaron un valor de 4.715 millones de dólares mientras que las importaciones sumaron 4.829 millones de dólares, registrándose un déficit de la balanza comercial de 114 millones de dólares.[3]
Por el lado del desempleo, hacia septiembre del 2016 baja del 9,3% del segundo trimestre (abril a junio) al 8,5% del tercer trimestre (julio a septiembre) sobre la población económicamente activa (PEA), es decir, población en edad de trabajar.
Aun con la mejora relativa, el gobierno impulsó esta semana un acuerdo entre empresarios y la CGT para congelar despidos hasta marzo próximo. También avanza con acuerdos paritarios para actualizar salarios sobre mejoras de productividad, caso emblemático de los petroleros.
La aspiración es profundizar esa línea y por eso el Presidente Macri les dijo a los empresarios de la industria que había que cambiar los convenios colectivos que vienen del siglo pasado. Dice que son antiguos, que hay que adecuarlos al nuevo siglo. El objetivo es, con la productividad como excusa, bajar salarios y con ello el costo de producción, siempre en aras de la rentabilidad del capital.
Sean las estadísticas oficiales o de los organismos internacionales, la economía argentina tiene problemas en sintonía con la situación mundial recesiva.
Pensemos que el PBI crece por inversiones, consumo o saldo favorable del comercio exterior. Así, la realidad hace agua por todos lados. Inversiones no llegan del exterior y la burguesía argentina prefiere especular o fugar divisas, apoyándose en elevadas tasas de interés que convalida el BCRA con la oferta continua de Letras, las LEBAC. Tampoco hay capacidad de inversión pública, agudizado con la sub-ejecución presupuestaria.
Además, no existe saldo comercial favorable, que como vemos es negativo, y del consumo ni hablar, especialmente de los de abajo, la mayoría de las trabajadoras y los trabajadores.
A tal punto llega la situación que el gobierno ya no hace propaganda con la llegada de inversiones esquivas, sino que comienza a lubricar el consumo, habilitando concesiones ante la demanda de movimientos sociales por 30.000 millones de pesos hasta el final del mandato, salvo, claro, que la demanda social y política se extienda en el futuro mediato (2017 es año electoral, que dicho sea de paso, ya comenzó).
También se extienden las ventas a plazo y el “ahora 18” pretende inducir más el gasto. Otro estímulo será la población con mayor disponibilidad de ingresos ante la eximición del medio aguinaldo al impuesto a las ganancias, lo que opera para salarios menores a 30.000 pesos y proporcionalmente para ingresos superiores.
Aunque no arranca, la economía promueve ganadores y perdedores
Algunos se preocupan porque la economía no arranca, tal como se expresa en las manifestaciones macroeconómicas. Sin embargo, a no engañarse, en este marco de problemas, existen sectores minoritarios con grandes ganancias, especialmente en el campo de la especulación. Es el caso de grandes fugadores y evasores que ya blanquearon más de 22.000 millones de dólares y logran facilidades desde el Estado, su Estado capitalista.
La demanda social postergó los incrementos tarifarios y la lucha de movimientos sociales arrancó incrementos de gastos sociales en el cierre del año, claro que los sectores hegemónicos llevan ventaja con las medidas iniciadoras del gobierno Macri: la devaluación, quita de retenciones y pagos de la deuda.
Está claro que la balanza no está equilibrada y que para que ello ocurra se requiere mayor densidad social y política de la mayoría social afectada con políticas pensadas para que la economía, arranque o no, satisfaga a los sectores más concentrados y minoritarios. Como siempre señalamos, en definitiva es una cuestión política.
Buenos Aires, 25 de noviembre de 2016



[1] CEPAL-OIT. Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe. Número 15, Octubre 2016. En: http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---americas/---ro-lima/---sro-santiago/documents/publication/wcms_532968.pdf
[2] INDEC. Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE). En: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/emae_11_16.pdf
[3] INDEC. Intercambio Comercial Argentino. En: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ica_11_16.pdf

Trump entre el proteccionismo y la liberalización

Donald Trump le ganó las elecciones presidenciales  a Hillary Clinton y desnudó la crisis de la política tradicional en un marco de crisis capitalista, que es mundial por su epicentro en EEUU.
El triunfo electoral es del político de la anti-política ante el descontento social con la política tradicional, demócrata y republicana. Trump, es también el poder económico, como Hilary. Ambos disputaron la gestión de la potencia imperialista hegemónica del sistema mundial.
Las diferencias entre ellos expresan matices y contradicciones entre núcleos del poder mundial y de EEUU. Ahora veremos, desde la asunción de la presidencia en enero próximo, el margen de maniobras del electo presidente ante lo concreto de la gestión de EEUU. La novedad es la movilización popular convocando a no reconocer la presidencia Trump. Sus alcances no se pueden anticipar, pero no es menor la protesta de calles en varias ciudades estadounidenses.
Hillary Clinton sumó 59.727.805 votos, algo así como el 47,67%; Donald Trump, el ganador de las elecciones, tiene 59.505.613 votos, un 47,49 por ciento. La candidata demócrata tuvo el apoyo de 222.192 estadounidenses más que el candidato republicano. Sin embargo, Trump sumó 279 electores y Hillary solo 228. Cosas del sistema electoral, que reitera lo acontecido entre George Bush y Al Gore en 2001.
Unos 60 millones de votos para cada uno pone de manifiesto la crisis de alternativa política, también en EEUU. Ya razonamos en ese sentido en varios procesos electorales mundiales, que se ratifican y con opciones conservadoras, nacionalistas y de derecha, por eso la crisis de alternativa política anticapitalista, de izquierda.
Vale considerar que los descontentos por bajos salarios, o afectados por el desempleo o la deslocalización fabril en EEUU sustentaron mayoritariamente a Trump y no visibilizan alternativa política popular propia, orientada hacia la izquierda y el anticapitalismo.
Eso constituye un desafío para pensar y discutir las razones por las cuales el descontento con la globalización capitalista emerge por derecha. El desafío por la alternativa anti globalización capitalista está en EEUU y se expresó también en el Brexit en junio pasado y en variadas elecciones desplegadas en todo el mundo.
Para enfrentar esta situación, no alcanza con la crítica al neoliberalismo, se requiere al mismo tiempo confrontar al capitalismo.
Proteccionismo y liberalización
Con la elección presidencial en EEUU se confirma que la crítica a la globalización capitalista ya no es solo de izquierda, tal como se expresaba en los cónclaves mundiales en la selva Lacandona a mediados de los 90, en la batalla de Seattle en 1999, o en la zaga de los Foros Sociales Mundiales desde 2001, y más precisamente con la esperanza del cambio político en Nuestramérica a comienzos del Siglo XXI y el nuevo rostro de la integración alternativa pregonada.
La política de la globalización capitalista es la liberalización de la economía, la apertura y la promoción de la libre circulación de mercancías, servicios y capitales. Con ello, la tendencia a los tratados bilaterales en defensa de las inversiones o los tratados de libre comercio y la juridicidad supranacional que se discute e impulsa desde la OMC y otros organismos internacionales.
Si bien la liberalización aparece a contramano del proteccionismo, lo real es que las grandes potencias del capitalismo mundial siempre alentaron la liberalización hacia afuera, y ejercieron el proteccionismo local, con subsidios a las exportaciones en Europa, o a la producción en EEUU.
Igual, lo predominante en la política hegemónica desde los 60/70 es la liberalización, asumida como política de época por los organismos internacionales y sustentados desde múltiples lobbies financiados por las corporaciones transnacionales, verdaderos beneficiarios del orden mundial contemporáneo.
La liberalización constituye el programa de fondo sustentado por las clases dominantes a la salida de la crisis de los 60/70 y su paradigma fue el neoliberalismo, ensayado en Sudamérica con Terrorismo de Estado, y entronizado como policía principal mundial con Thatcher y Reagan desde los 80 del siglo pasado, arrastrando incluso a la socialdemocracia europea y sus variantes en el mundo. No sorprende su instalación como paradigma con la generalización del terrorismo estatal con la militarización dispuesta por la política exterior de EEUU.
Ahora, la novedad es el proteccionismo que anima las elecciones británicas de junio pasado y en EEUU el pasado 8/11. ¿Quiere decir que se abandona la liberalización? No, simplemente vale constatar que ante la continuidad de existencia de las Naciones, la política sigue privilegiando lo local, el territorio del consenso y el voto, para desde ahí sustentar determinada política exterior. No ocurre al revés, aun cuando la economía es global.
La crisis del 2007/08 trajo como novedad la fortísima participación estatal en el salvataje del capital más concentrado en cada país, lo que explica el crecimiento de la desigualdad y la enorme brecha entre el 1% enriquecido y el 99% empobrecido que en EEUU empujan opciones nacionalistas, conservadoras, de derecha, como Trump. Además del Estado Nacional como sostén del orden capitalista y la desigualdad, se suma ahora la promesa proteccionista.
En campaña electoral, Trump se despachó contra los tratados de libre comercio empujados por demócratas y republicanos desde tiempos de Bush padre. La crítica es al ALCA, al NAFTA, a la Alianza del Pacífico, a los acuerdos de libre comercio con Europa, lo que supone un discurso que apuntó a patear el tablero de la política de Bush padre, Bill Clinton, Bush hijo, Obama y que expresaba Hillary en la contienda electoral.
La liberalización era la carta de triunfo estadounidense desde la ruptura de la bipolaridad, aun antes con la restauración conservadora de Reagan. Todo eso había llegado a su límite con la crisis mundial en curso, que insistamos, es mundial por que tiene epicentro en EEUU.
¿Fue la liberalización la respuesta capitalista a la crisis de los 60/70 y el proteccionismo será la política del capitalismo hegemónico a la crisis contemporánea? Es lo que aparece como novedad, aun cuando, insistamos, los países hegemónicos siempre pregonaron el libre cambio y practicaron el proteccionismo. Son dos caras de la dominación que sufren los países en situación de dependencia.
El impacto en la región
Con el proteccionismo se pone en discusión el discurso y la práctica del aperturismo aplicado por países como México, Chile, Colombia o Perú y sus instrumentos como la Alianza del Pacífico o el Tratado Trans Pacífico, TTP, pero también aquellos que venían acercando su discurso pro acuerdos comerciales con EEUU, especialmente los gobiernos de Argentina y Brasil luego del impeachment. El gobierno Macri había hecho opción por la candidata demócrata y había recibido en la Argentina a Obama y a varios miembros del gabinete actual, denostado a Trump y colocado todas las fichas en el aperturismo y la alianza con la lógica tradicional de la globalización capitalista.
México puede ser uno de los más afectados, especialmente por la corriente de relocalización industrial y la maquila para ensamblar y exportar al mercado de EEUU, que puede ver construido un muro a la circulación de capitales y mercancías tal y como se viene dando hasta ahora. Es mucho más que las restricciones a las migraciones desde México y a las múltiples discriminaciones del discurso de Trump. Son cuestiones económicas que hacen a la división del trabajo y a la explotación de la fuerza de trabajo mexicana. Es algo que puede hacerse extensivo a Centro América y al Caribe, agudizado en el caso cubano ante las novedades de restablecimientos de relaciones recientemente iniciadas.
No es menor el dato de la convergencia de derecha del gobierno de EEUU con los regímenes amigos de la liberalización en la región. Así como se sostiene una determinada política, también se puede sustentar otra, afín al nuevo poder de la potencia imperialista. La respuesta a muchos de estos interrogantes se resolverá en función de los reacomodamientos que ya está generando el resultado electoral estadounidense.
De todos modos, en los primeros días ya se observan devaluaciones de las monedas en la región que auguran una potenciación en la valorización de los activos estadounidenses, especialmente su moneda. Con ello es previsible el encarecimiento del costo del dinero a corto o mediano plazo y así el mayor costo de la cancelación de intereses y capitales del endeudamiento público, gravoso para el caso argentino en la coyuntura. Entre 85.000 y 90.000 millones de dólares entre 2016 y lo presupuestado para 2017. Cifras record para el país.
Nuestros pueblos son presa de la política nacional y externa de EEUU, con liberalización o proteccionismo, por efecto de la dependencia. Las políticas que aplicará Trump tendrán en cuenta en primer lugar satisfacer la demanda internas del electorado que lo llevó a su cargo en Washington. El objetivo será transformar consenso electoral, ya logrado, en consenso político para habilitar un nuevo tiempo de la política en EEUU con pretensión de marcar caminos de salidas a la crisis capitalista. El new deal supuso la salida “defensiva” de la crisis en los 30 del Siglo XX; el neoliberalismo lo fue en “ofensiva” para la del 60/70, y hasta ahora no se visibiliza salida a la crisis inaugurada en 2007/08, aunque la situación del capital es a la ofensiva contra los trabajadores, los bienes comunes y la mayoría empobrecida de la sociedad.
Convengamos también que los pueblos tenían su acumulación hacia los 30 que derivó en el orden bipolar y la perspectiva de un imaginario socialista, con una importante acumulación política lograda hacia mediados de los 70, triunfo vietnamita mediante, lo que desató la brutal respuesta del terrorismo de Estado para imponer el neoliberalismo. El gran interrogante es si la fuerza acumulada por el movimiento popular mundial contemporáneo es condición de posibilidad suficiente para pensar en una salida a la crisis en curso más allá y en contra del capitalismo.

Buenos Aires, 12 de noviembre de 2016