Despidos y ajuste para atraer inversores

Los despidos crecen, en el INTI, en los Yacimientos de Carbón, en el Hospital Posadas, entre los más mencionados; acompañado con cierres de empresas.
Son situaciones que generan incertidumbre en miles de familias de trabajadores y trabajadoras.
Al mismo tiempo, el Presidente y sus Ministros declaran en Moscú, Davos o París que todo funciona viento en popa y con gran futuro.
¿Cuál de las dos realidades expresa el funcionamiento de la economía?
La primera, despidos y cierres, es expresión del ajuste del capital contra el trabajo, algo que está detrás de la segunda, el discurso optimista del gobierno y del poder económico.
Por ende, no son dos realidades, sino dos caras de la misma moneda.
Macri necesita atraer inversores externos y para eso muestra el ajuste desde sus políticas, que necesitan del “gradualismo” para que la sociedad lo soporte, al tiempo que otorga señales de la reestructuración empresarial en curso.
Esta reestructuración opera tanto en el capital privado como en el público, el que se lleva adelante desde el área de “modernización”, crecientemente asociado al achique, el ajuste o los despidos.
Todo bajo un discurso moderno, de eficiencia, que encubre la necesidad de bajar el salario para reducir los costos de producción y mejorar la ganancia.
En ese sentido opera la cotización del dólar, la suba de las tarifas y las pretendidas restricciones a la actualización salarial. ¿Por qué?
Cotización en alza
El dólar alto es demandado por grandes empresarios, productores y exportadores, del campo y la ciudad, que si no subía la cotización seguían guardando sus cosechas, especulando con el precio y así demoran las ventas externas y reducen el ingreso de divisas al país.
Se genera así una situación que agrava un déficit comercial de 8.500 millones de dólares para el 2017 y unos 10.000 millones previstos para este 2018. En el horizonte supone más endeudamiento para cancelar ese déficit externo.
Además, un dólar más alto está asociado a la baja de tasas de interés que promueve el cambio de las metas de inflación dispuesto a fines de diciembre pasado. Especuladores contentos pueden ahora apostar sus capitales al dólar, a las tasas o a bonos y acciones.
El accionar especulativo continúa definiendo el rumbo económico de la Argentina, especialmente con un Estado Nacional que juega su destino con el endeudamiento externo.
Tarifas exigidas por las empresas privatizadas
Las tarifas tienen que aumentar, así lo exigen las empresas y es el programa a seguir desde la asunción de Macri a fines del 2015. La idea es que sean equivalentes a un precio de mercado, que es monopólico por cierto.
Quien no pueda pagar perderá el servicio, es la norma del mercado que se define contra el derecho al agua, la luz, la electricidad, la energía, el transporte, la salud, la educación, etc.
La definición gubernamental, con consenso electoral y complicidad de los poderes del Estado, legislativo y judicial, apunta a la mercantilización de la cotidianeidad, algo contradictorio con una concepción de derechos.
Salarios en baja
Para completar la ecuación se requieren salarios en baja, algo que con todas las letras demanda el FMI en sus comentarios relativos al futuro de la Argentina.
Dicen textualmente en el Fondo: “La inflación seguiría retrocediendo, suponiendo que haya una moderación salarial.”[1]
No hay dudas que el poder económico requiere de la baja salarial y para ello pretende disciplinar al movimiento obrero, que en diciembre pasado, como en marzo, pudo evidenciar la fortísima capacidad movilizadora y de protesta modificando el escenario de la política.
Si luego de las elecciones de octubre, el gobierno confiaba en regresivas reformas previsionales y laborales, a costa de un importante descrédito avanzó contra las jubilaciones a fines de diciembre.
Luego postergó para febrero el tratamiento de la ley laboral y ahora morigera el ritmo reformista para avanzar con algunos cambios y en modo “gradual” tratar de cumplir con el objetivo, no solo afectando ingresos laborales, sino capacidad de acción sociopolítica de organizaciones sindicales y territoriales de trabajadores y trabajadoras.
Macri en Moscú, Davos y París
Toda esta realidad es la que Macri presentó con escaso éxito en Moscú, Davos o París.
Fue festejado por grandes empresarios, los organismos internacionales y saludados por sus colegas del capitalismo desarrollado, pero con escasas “efectividades conducentes”.
Resulta que los inversores necesitan confirmar el diagnóstico, especialmente esperando la derrota del movimiento obrero y popular, algo que aún está en veremos.
La inversión inicia el ciclo del capital
El capitalismo funciona con base en inversiones, que el Estado está imposibilitado de encarar y el capital local es huidizo al riesgo, acostumbrado al subsidio y al sostén estatal.
Solo queda el capital externo, ruso, francés o global, que elige sus destinos con base en ganancias seguras y con libre disponibilidad de movimiento.
Por eso no sorprende que Macron, el gobernante francés interponga el interés nacional a la presión ideológica de Macri por avanzar con los acuerdos entre la Unión Europea y el Mercosur.
El presidente argentino sostiene un discurso ideológico a favor del libre comercio y el colega francés le dice “primero Francia”. Es el mismo lenguaje de Donald Trump: “First América”.
Dirían en el barrio que Macri es más papista que el Papa y es cierto, ni EEUU, ni Francia, ni la Unión Europea, ni ningún país con pretensión o realidad hegemónica subordina el discurso del libre cambio a la realidad del capitalismo y la dominación.
Claro que también, junto a la voluntad “gradual” de reaccionarias reformas, existe la iniciativa política popular asentada en el descontento y una creciente protesta popular, que puede ser masiva como en diciembre y modificar el ritmo del accionar político del gobierno o del ajuste pretendido por el gran capital: los ansiados y esperados inversores.
 Buenos Aires, 27 de enero de 2018



[1] Alejandro Werner. América Latina y el Caribe en 2018: Recuperación económica en ciernes.  Blog del FMI, en: https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=8634 (consultado el 27/01/2018)

No se discute el capitalismo, como mucho sus efectos

En el debate cotidiano aparecen ciertos asuntos que motivan discusiones interesantes, aun cuando no siempre van al fondo de la cuestión.
Desde un punto de vista conceptual solo se quedan en el fenómeno y no avanzan sobre la esencia.
El fenómeno apunta a las consecuencias sociales y ambientales del orden contemporáneo, pero la esencia es el régimen capitalista.
Veamos el tema referido a tres asuntos: a) Trump, sus actitudes, comentarios, políticas y consideraciones sobre el mismo; b) los dichos del Papa Francisco y los apoyos y críticas que arrastra; c) en capitalismo en la Argentina y su financiamiento.
LA RACIONALIDAD TRUMP
Un ejemplo es Donald Trump y el gobierno de EEUU. Hace un año que gobierna Trump y el gobierno cerró ante la negativa parlamentaria para aprobar el Presupuesto 2018 en tiempo y forma (el viernes 19/01). Eso significa que varios trabajadores estatales sean licenciados en sus tareas y se cierren funciones estatales que afectan a usuarios y a esos trabajadores. Ni siquiera pudo Trump disciplinar a la mayoría republicana en el Congreso de EEUU.
Trump gobierna a EEUU y es la mejor expresión de la anarquía del capitalismo, con base en la anarquía de la producción para sostener el régimen de la ganancia, de lo que se jacta Trump. Él se considera el mejor intérprete del capitalismo y de EEUU, y quizá tenga razón.
La racionalidad del capitalismo es la irracionalidad de la explotación de los seres humanos y la depredación de la Naturaleza. Quién mejor que Donald Trump para expresar esos "valores". “Primero EEUU” sostiene Trump y eso lleva implícito "primero el capitalismo estadounidense" y los negocios Trump.
EEUU es la potencia hegemónica del capitalismo mundial, más allá de cualquier disputa por la dominación global y por eso preocupa Trump y su gobierno de especulación y militarización.
La sociedad necesita discutir el molde capitalista y desafiar el orden "normal, natural" y aspirar a otro mundo posible.
EL PAPA EN CHILE Y PERU
Mucho se escribe sobre las visitas de Francisco a Chile y Perú. Se destacan las críticas del Papa a los efectos del capitalismo de época y a los gobiernos que aplican políticas hegemónicas llamadas neo-liberales.
Algunos lo dicen en tono crítico a Francisco, porque acuerdan con las políticas hegemónicas, incluso hablan de convergencia entre los gobiernos regionales (de derecha).
Otros acuerdan con Jorge Bergoglio y reclaman cambiar políticas "neo-liberales" por otras, como si hubiera otras dentro del capitalismo actual. Las otras, esas "otras", keynesianas, o neo-keyesianas, corresponden a otra época del capitalismo, que no son los años recientes, sino las que se aplicaron entre los 30 y los 80 en el marco de la bipolaridad entre capitalismo y socialismo, que además, eran hegemónicas en el capitalismo mundial, incluso en el socialismo (para el debate)....
Si se quiere ser crítico con el orden contemporáneo no alcanza con la critica a los efectos del capitalismo, sino que hay que criticar y superar al propio régimen del capital. Ese es el debate, lo demás es entretenimiento.
POR CASA AFECTA EL ACECHO DEL FANTASMA DE LA DEUDA
La economía capitalista de la Argentina funciona con base en la DEUDA PÚBLICA, lo que da aire a las clases dominantes locales y en contra de la mayoría de la población, principalmente trabajadores y trabajadores, activos y pasivos.
El capitalismo funciona si hay inversor en origen y poco importa si es productivo o financiero, ya que la lógica del capital es mundial y el más valor o plusvalor obtenido es mundial y se apropia en la circulación mundial.
Argentina es parte de esa lógica mundial entre producción y circulación, por lo que no alcanza con condenar la valorización financiera o la especulación, al neo-liberalismo o las modas teóricas, sino condenar al capitalismo.
Claro que para eso hay que animarse, ya que si se critica al capitalismo, al real, al que existe, al que define nuestra cotidianidad, hay que animarse a proponer alternativas no capitalistas, y no cualquiera se anima ante la condena socio intelectual de que es posible.
CONCLUSION
En los tres casos se analiza el fenómeno, sin avanzar en la esencia que supone el debate contra y más allá del capitalismo.
Trump no es un accidente de la historia política de EEUU, como no lo fue Bush, hijo o padre, ni Reagan u otros de los presidentes de la potencia imperialista, sino lógica consecuencia de la crisis política y el funcionamiento anárquico del orden capitalista para sostener la razón de ser del orden: la ganancia y la acumulación.
Francisco no discute la explotación del hombre por el hombre, sino que aboga contra las consecuencias más negativas del orden vigente y concentrado en la miseria y la pobreza de millones, abrigando expectativas por modificaciones en el margen del sistema.
En Argentina como en otros países se apuesta a la atracción de inversiones, con la secuela de producción y generación de excedentes que reproducen una lógica de la desposesión y la depredación.
Para todos los casos, se escamotea lo esencial, e orden capitalista y con ello la posibilidad de discutir un orden en contra y más allá de la lógica del capital.

Buenos Aires, 21 de enero de 2018

¿Hacia dónde va la economía en Argentina?

El gobierno tuvo que modificar las metas de inflación para el 2018 y de una evolución de precios pronosticada en torno al 10%, la pauta se corrigió al 15%. Muchas especulaciones se tejen alrededor del anuncio y existen quienes imaginan nuevos cambios de personajes en el “equipo” económico, de lujo como ellos lo venden. Circuló incluso que el Presidente del BCRA tenía las horas contadas. Más allá de que eso ocurra lo que interesa es discernir lo que acontece. En ese sentido puede pensarse que el gobierno tiene un diagnóstico errado de la situación económica, no solo local sino mundial. No se trata de la herencia recibida sino de las tendencias locales y globales de la actividad económica en el presente y desde hace varios años.
Desde lo global existen enormes incertidumbres, desde las amenazas nucleares a los juegos de guerra de los que disfruta Trump, hasta las especulaciones con las tendencias financieras, muy especialmente con las subas próximas de las tasas de interés en EEUU, ya bajo administración amiga del ejecutivo estadounidense. La inestabilidad del sistema mundial es una de las constantes de nuestro tiempo y por ende no alcanza con ideología pro mercado para atraer capitales. Desde la CEPAL se informa que las tendencias mundiales cambiaron y si nuestra región estaba entre los principales destinos de las inversiones externas en la década pasada, eso ya no ocurre. Otros territorios son apetecidos por los inversores globales, especialmente los que dominan y disputan el sistema mundial del capitalismo.
No alcanza con el discurso pro mercado para que los capitales se aventuren sobre la Argentina o Nuestramérica, e incluso es dudoso que ello fuera beneficioso para atender las necesidades de la mayoría de nuestra sociedad. En todo caso, esos inversores demandan se realicen ajustes que abaraten el costo de producción y mientras tanto aprovechar la disposición a la valorización financiera derivada del endeudamiento externo. En efecto, ni bien comenzado el año y con horizonte de ajustes y cambios reaccionarios, el ministro de Finanzas colocó bonos por 9.000 millones de dólares a 5, 10 y 30 años, con tasas más bajas que hace un año, pero más altas que las que pagan los países vecinos u otros que se endeudan por estas horas en el mercado mundial. Argentina sigue siendo riesgosa y por eso es negocio para la especulación global con elevadas tasas de interés que se abonan con recursos fiscales que se restan principalmente al gasto social.
Hemos escrito en anteriores ocasiones que hay presiones desde la derecha, de adentro y de afuera del gobierno para acelerar el cambio, o sea el ajuste fiscal, previsional y laboral, de lo contrario el país ingresará en territorio complicado, sea por la inflación, el “atraso” del tipo de cambio o los déficit gemelos. Para traducirlo en lenguaje corriente, lo que se pretende apunta a inducir un control sobre los ingresos populares, sea conteniendo las demandas salariales por negociaciones colectivas, disminuyendo las actualizaciones de ingresos, caso de las jubilaciones o beneficios sociales y apurar el retiro de los subsidios a los servicios públicos. Imaginan mayor aumento de las tarifas de electricidad, agua, gas, transporte, etc. Pretenden un dólar más competitivo para las exportaciones, aunque ello suponga encarecimiento de importaciones y del costo de vida. Claro que todo ello supone la baja del gasto, especialmente el social y una mejora en la recaudación induciendo beneficios para las ganancias.
El límite es la protesta social y el descontento, lo que se expresa en la fuerte conflictividad social y cierta merma en la confianza y el consenso a la política oficial. Esto amenaza la continuidad del proyecto político, y por eso el gradualismo del sector más “político” en el gobierno, que contrarresta a los juramentados de la ortodoxia y demanda tiempo para cumplir con los objetivos de máxima para una inserción virtuosa de la Argentina en el capitalismo mundial.
Un problema es el financiamiento de esa política y como no acuerdan con la emisión monetaria exacerbada, entonces apuntan al endeudamiento y prorrogan las soluciones para el mediano y largo plazo. Lo que importa es mantener el consenso presente a un gobierno de derecha que por primera vez accede a la gestión pública con el voto de la sociedad. Esa es la apuesta para el logro del objetivo de máxima. En ese camino necesitan ampliar el consenso y si no pueden por la política, el discurso ideológico y cultural, no dudan en la represión. Disciplinar al movimiento popular, de larga trayectoria en la Argentina es preocupación central de las clases dominantes. El rumbo económico lo construyen más allá de sus problemas, con consenso o coerción, con el objetivo de la maximización de la ganancia para la acumulación y la dominación.
El modelo productivo en el fondo
No solo se trata de las cuentas públicas, sino de la orientación de la producción, la distribución, el cambio o el consumo, que por décadas construyó una inserción subordinada a las transnacionales del agro-negocio y la energía; la industrialización dependiente para la exportación y la especulación sobre a base de la extranjerización del sistema financiero y el deliberado endeudamiento externo. Aquí está el meollo de la cuestión, ya que no alcanza con discutir la ecuación macroeconómica, sea el PBI, el Consumo, la Inversión, o el saldo del comercio externo; sino que se requiere discutir el modelo productivo y de desarrollo, en especial vinculación con definiciones a asumir regionalmente y en un marco de integración no subordinada.
Es claro que se trata de una cuestión política, ya que el debate debe superar el límite de lo posible sustentado desde el oficialismo y la oposición sistémica, que cunado mucho discute quien gestiona el orden capitalista. Se trata de discutir precisamente el orden capitalista y confrontar con la ilusión de avanzar en el camino de reformas posibles al orden contemporáneo. La posibilidad de defender y ampliar derechos sociales, económicos y culturales de la mayoría de la sociedad implica discutir las bases materiales que organizan la cotidianeidad y especialmente nuestra superestructura social, ideológica, cultural y política. Por eso hace falta una gran batalla económica, política y sobre todo cultural, como desafío en la disputa de la conciencia social para confrontar las miserias a que nos condenan con la política económica en curso. Que no solo se escuche la presión por derecha para más ajuste, sino que se haga oír la voz consciente de quienes aspiran a una sociedad emancipada.

Buenos Aires, 5 de enero de 2018